En Palmar, subiendo al cerro de Angahuel, prominencia que rodea la parte norte de esta población, vía Pueblo Nuevo, hemos visto la destrucción del bosque seco que aún queda, los pocos arbolitos que quedan están siendo quemados. El efecto condenará a esa zona a convertirse en desierto, Talvez a los pobladores no les importe hoy, pero el mañana es inevitable. Cuando conocimos el cerro de Angahuel hace ya más de 30 años, existía un hermoso bosque, vivían venados, tigrillos, conejos y varias otras especies.

En un país informado y consciente de lo que significa cuidar la naturaleza, esta área se hubiese convertido en un sitio turístico y de interés ecológico. Aún se siembra maíz ocasionalmente cuando por milagro llueve. Lo que está sucediendo ahora, talvez con el patrocinio o desconocimiento de la comuna es una imperdonable destrucción y aniquilamiento de lo que un día fue hermoso. Los pobladores de la Costa ¿talvez ignoran el daño que se infligen a sí mismos, tanto a ellos como a sus descendientes? La desaparición de bosques producirá sequía, tal como ha venido sucediendo después de que arrasaron con los árboles que son los que atraen la lluvia.

Ya no llueve como antaño. La tierra se secará, y luego con la destrucción y quema, ¿qué se podrá cultivar? Sus descendientes sufrirán los efectos de la sequía y la desertización de esa zona. Las comunas deberían detener esta irreparable destrucción. La protección de la Naturaleza no solo es para hoy, es la Fuente de Vida hacia el futuro.

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Leonor Estrada de Vinueza
Guayaquil