El ataque podría haber sido causado por un suicida, o por una bomba de tiempo bajo tierra.

La cautela del Pentágono sobre cuál habría sido el origen del ataque del martes contra una base estadounidense en Iraq subraya la gran cantidad de amenazas que enfrentan los campamentos militares y genera serias dudas sobre la seguridad de las tropas en ese país árabe.

Ayer, el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, general Richard  Myers afirmó que tras las investigaciones se determinó que el ataque a la base de Merez, en Mosul, fue aparentemente un atentado suicida, descartando reportes iniciales que señalaban que se trató de un ataque con morteros.

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La cadena de televisión ABC afirmó que un supuesto mensaje en internet del grupo terrorista Ansar Al Sunna, vinculado a Al Qaeda, que se responsabilizó del ataque, asegura que el autor del atentado fue un varón de 24 años de Mosul que había estado trabajando en la base durante dos meses y que pasaba información sobre las instalaciones a Ansar.

“Una mochila descubierta por los  investigadores en el lugar y los restos de un torso muestran que este ataque ha  sido causado por un atentado suicida”, afirmó ABC, citando fuentes anónimas.

Pero expertos en seguridad dicen que las casi 70 víctimas -cifra que incluye 22 muertos-parece demasiado alta para un ataque de un suicida con explosivos en el cuerpo.

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Por esta razón se estudia además la posibilidad de que el ataque, el más sangriento que sufrieron los estadounidenses desde el inicio de la invasión, podría haber sido causado con un explosivo de tiempo bajo tierra.

Cualquiera que haya sido la causa, el ataque de Mosul fue un recordatorio de lo difícil que es proteger a las bases norteamericanas de los extremistas decididos.

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Una de las mayores preocupaciones es la posible infiltración de insurgentes en las bases donde cada vez hay más fuerzas y empleados iraquíes, que reciben entrenamiento de los norteamericanos.

Merez es una base de uso compartido entre EE.UU. e Iraq.

Un analista de seguridad de Iraq, ex miembro de las fuerzas armadas británicas, afirmó que “la sola logística del mantenimiento de los norteamericanos hace físicamente imposible registrar todo” en las bases.