La policía de Iraq arrestó ayer a decenas de sospechosos, tras los dos ataques suicidas del domingo con coches bomba que dejaron 66 muertos en las ciudades santas chiitas de Nayaf y Kerbala.

Los atentados incrementaron el temor a que se desate la violencia generalizada antes y durante los comicios del próximo 30 de enero, pues se realizaron en ciudades sagradas para la mayoría musulmana chiita, que forma el 60% de la población de Iraq, a solo seis semanas antes de las elecciones.

Los últimos días se han realizado advertencias insistentes sobre el peligro de que el país se hunda en una guerra civil entre sunitas y chiitas, pues aunque no haya una reivindicación clara, todo apunta a que los autores de los atentados son grupos sunitas radicales.

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Sunitas y chiitas están enfrentados en este momento sobre la conveniencia o no de celebrar las elecciones del 30 de enero próximo: mientras que los chiitas, con el Gran Ayatola Alí Sistani a la cabeza, promueven una participación masiva, el Comité de Ulemas sunitas (máximo órgano religioso) ha pedido la abstención.

Se prevé que los chiitas, oprimidos durante décadas por el derrocado líder iraquí Saddam Hussein, liderarán los comicios.