Los vientos huracanados que azotaron hoy el este de Japón causaron al menos 21 heridos, hicieron encallar varios barcos y paralizaron el tráfico aéreo y por ferrocarril de amplias áreas cercanas a Tokio.
 
Según indicó la agencia Kyodo, este vendaval, que se desató en la madrugada del domingo con vientos de hasta 144 kilómetros por hora en Tokio, fue el más fuerte registrado en esta capital desde 1964, cuando el Servicio Meteorológico Nacional comenzó a hacer estas mediciones.
 
En la provincia de Chiba, al este de la capital nipona, los vendavales alcanzaron los 172 kilómetros por hora y en Yokohama, al suroeste de Tokio, el viento sopló a más de 150 kilómetros por hora.
 
Según el Servicio Meteorológico de Japón, estos vientos fuera de lo común en esta época del año, con la fuerza de los vendavales desatados por los tifones, fueron el resultado de un sistema de bajas presiones que se extendió muy rápidamente por la costa oriental del país.
 
Estas bajas presiones trajeron, según avanzaba la jornada, unas temperaturas inusualmente altas para este mes de diciembre en Tokio, donde sus habitantes pudieron "disfrutar", entre ráfaga y ráfaga de aire, de hasta 24 grados centígrados poco antes del mediodía de este domingo.
 
En cambio, en el norte del país, en la isla de Hokkaido, cayeron hasta 59 centímetros de nieve en la localidad de Taiki y 29 centímetros en la capital de esa región, Sapporo.
 
Las galernas que se produjeron en la provincia costera de Chiba causaron al menos 21 heridos, uno de ellos grave, y dejaron 30.000 hogares sin electricidad.
 
La tormenta hizo encallar en la costa de Tateyama, en Chiba, al buque cisterna "Kissho Maru", de 460 toneladas, informó la Guardia Costera de Japón, citada por Kyodo.
 
En la ribera de la provincia de Aomori, los vientos hicieron varar al "Fuyo Maru", un barco de casi 3.000 toneladas que transportaba cemento, aunque sus once tripulantes también pudieron ser rescatados con un helicóptero.
 
Este "tifón de fin de otoño", como lo denominaron algunos medios de información, obligó a cancelar más de 300 vuelos y afectó al transporte aéreo de 45.000 personas, muchas de ellas en Tokio.
 
En las cercanías del aeropuerto internacional de Narita, en la capital japonesa, los vientos alcanzaron una velocidad de 113 kilómetros por hora y obligaron a desviar 17 vuelos hacia otras terminales aéreas del archipiélago.
 
Además, fueron suspendidos más de cien servicios de ferrocarril en el área metropolitana de Tokio y hasta el puntualísimo tren bala sufrió retrasos de hasta 83 minutos en algún tramo, debido a la necesidad de despejar las vías de ramas y objetos derribados por los vendavales.