El gesto es caballeroso y merece reconocimiento.
Pero ya no es suficiente.
Publicidad
Lo que el país necesita con urgencia son hechos, no palabras.
Al ecuatoriano le preocupa que cada cierto tiempo el Congreso Nacional deje de ser el recinto sagrado de la democracia para convertirse en una guarida de lobos.
Publicidad
Está cansado del costo político, económico y moral que él paga, como ciudadano y como contribuyente, por estos desafueros.
Le molesta que para estas rencillas se ofenda al Himno Nacional y a los símbolos patrios, empleándolos para insultar –como si fuesen malas palabras– y no para rescatar nuestro espíritu cívico.
Le preocupa el uso incontenible de la violencia, de manera especial la que se ejerce con armas de fuego. No es una guerra civil lo que necesitamos.
Entiende perfectamente que, ocupados con lo que pasa en el albañal, hemos descuidado los grandes problemas de la nación.
Y tiene esperanzas de que esto algún día acabe.
Por eso les pide, les exige, les suplica, les ordena, a sus representantes y dirigentes, que rectifiquen, de una vez por todas.