Los rebeldes musulmanes decapitaron a un budista y asesinaron a tiros a un matrimonio en el sur de Tailandia, región de mayoría islámica en la que la violencia se recrudece con nuevas muertes casi a diario.
La cabeza y el torso del tailandés Kaew, de 60 años e inmigrante del noreste del país, fueron encontrados hoy, martes, en diferentes lugares de la plantación en la que faenaba, situada en la aldea de Changpeuk, en la provincia de Narathiwat.
El jefe de la comisaria de Policía de ese distrito, teniente Busern Klaewati, indicó que la víctima fue decapitada aparentemente con un machete y que junto a sus restos hallaron al menos dos notas escritas a mano por los presuntos asesinos
"Esto no es suficiente. Muchos más serán asesinados en venganza por la matanza de Tak Bai", advertía una de las notas, según la citada fuente, mientras que otra misiva decía que "esto es trivial comparado con los asesinatos de inocentes en Tak Bai".
Un total de 85 musulmanes murieron el pasado 25 de octubre a consecuencia de la represión de una manifestación llevada a cabo en el pequeño pueblo de Tak Bai, en Narathiwat, para pedir la puesta en libertad de seis detenidos.
Siete manifestantes murieron al ser alcanzados por los disparos efectuados por las fuerzas de seguridad y otros 78 perecieron asfixiados o desnucados cuando eran trasladados en camiones a una base militar para ser interrogados.
El movimiento separatista islámico, que se estima lo integran cerca de 8.000 militantes esparcidos por la región en pequeños grupos, amenazó con incrementar los ataques en venganza por lo que calificó de "matanza de inocentes".
Desde el incidente en Tak Bai, al menos 25 personas, la mayoría de ellas de religión budista, han sido asesinadas a sangre fría por presuntos insurgentes en las provincias de Narathiwat, Pattani y Yala, colindantes con Malasia y donde predomina la comunidad musulmán sobre la budista.
En otro ataque hoy, dos rebeldes en una motocicleta mataron a tiros a un matrimonio budista en las afueras de la localidad de Yala, informó la Policía local.
"Si continúan los asesinatos de budistas, no sorprenderá que la actual situación desemboque en un sangriento conflicto sectario", declaró a EFE Ibrahim Mohd Zain, uno de los más destacados líderes musulmanes moderados de la región.
Esta nueva decapitación de un budista tailandés sigue a la del segundo alcalde de un pueblo de Narathiwat, asesinado hace una semana por insurgentes, y cuya cabeza fue encontrada en un saco de fertilizante con una nota pegada al rostro similar a las halladas hoy.
Al menos 539 personas han muerto, tres de ellas decapitadas, desde que el pasado enero resurgió en el sur de Tailandia el movimiento separatista musulmán, que durante una década había permanecido en un estado casi vegetativo.
"La situación no mejora. De uno o dos asesinatos de inocentes a diario, hemos pasado a cuatro o cinco", apuntó el primer ministro tailandés, Thaksin Shinawatra, quien el domingo pasado asistió a una ceremonia budista en Tak Bai.
En la provincia de Pattani, varios grupos de insurgentes con el rostro cubierto asaltaron la noche del lunes las casas de los jefes y miembros de la fuerza de defensa civil de dos distritos y se apoderaron de al menos una decena de rifles ametralladores.
Este incidente ocurre después de que Shinawatra anunciara durante el fin de semana pasado una extensa operación para limpiar de armas de guerra el sur de Tailandia.
Desde el movimiento separatista reanudó la lucha armada a comienzos de año, sus militantes se han apoderado de más de 500 armas automáticas y de varias toneladas de explosivos en sucesivos asaltos a guarniciones militares.
La comunidad budista representa el 95 por ciento de la población de Tailandia, salvo en Pattani, Yala y Narathiwat, donde suman cerca del 28 por ciento.