Aquí, caminar sin camisa por las calles es una violación de las reglas. Guardias cuidan el sector.

Lo primero que sorprende al visitante es la sensación de desolación, que podría parecer hasta tristeza impregnada en el lugar. Las calles solas y poco transitadas son un elemento más del conjunto que forma Mucho Lote.

Ubicado detrás de Las Orquídeas y en medio de los bloques 4 y 10 de Bastión popular, el plan de vivienda contempla siete etapas, de las cuales solo la tercera y parte de la séptima están habitadas.

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Si alguien camina por esas calles libremente, los guardias de la Fundación Procasa se apresuran a ver de quién se trata. Bolívar Guayas, de 31 años, es uno de los uniformados. Él explica que con su trabajo contribuye a que la vida en Mucho Lote se desenvuelva tranquila y sin problemas. “Nosotros estamos aquí para dar seguridad a todas las viviendas en la etapa 3”, indica.

La Fundación Procasa se encarga de cuidar las viviendas que todavía no han sido adjudicadas, pero sus miembros también protegen a los moradores. Ellos custodian 686 villas de las cuales 250 están habitadas aproximadamente.

A las 12h45 del jueves pasado, algunas familias estaban comiendo. La basura se acumulaba en las esquinas junto a los postes de alumbrado, sin embargo la unidad Nº 127 de Vachagnon, en poco tiempo, recogió los desperdicios.

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Elizabeth Alay, de 18 años, permanecía sentada afuera de la casa en la que trabaja. Expresa que vive hace dos meses en Mucho Lote y siempre es muy tranquilo, aunque en su mirada había un gesto de desconfianza.

Juana Anchundia, de 43 años, habla desde la ventana, protegida por las rejas de la villa Nº 28 de la Mz. 2377, donde labora hace tres meses. Coincide con los demás en  que la vida en Mucho Lote es tranquila, aunque ella jamás ha visto un policía por ahí.

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En el parque comprendido entre las manzanas 2402 y 2405 el paisaje parecía una obra surrealista. El cielo también era gris como en armonía con las casas. De vez en cuando se escuchaban un ladrido y las voces de alguna conversación privada, pero el silencio, que parecía dominarlo todo, la hacía pública.

Cerca del parque reside Elvira Insuasti (58). Ella es la madre de Rosita Mosquera, la dueña de la casa, llegó en mayo pasado y afirma que el lugar no tiene que envidiar a otros barrios residenciales como Urdesa.

“Aunque el término Mucho Lote suene a barrio, aquí hay tranquilidad, guardianía, respeto entre los vecinos y no se presentan pandillas”, asevera. 

“No somos ricos, pero pagamos 90 dólares mensuales, cuando yo vivía en el centro cancelaba 150. Soy viuda y luchando crié cinco hijos, pero durante 25 años nunca pude tener una casa propia donde ellos pudieran vivir”, agrega.

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Ella manifiesta su tranquilidad, no solo por tener un techo, sino por las seguridades que insisten se mantienen.

Pero no es solo eso, en Mucho Lote el Municipio  implantó reglas similares a las existentes en las áreas regeneradas: no se puede andar sin camisa en el sector, está prohibido utilizar las calles como canchas de fútbol, al igual que los escándalos y sacar equipos de sonido a las veredas.