Esta expresión del folclore costeño se realiza en varios cantones y concita el interés de visitantes.
“El campo es paz, es libertad, es vida. Mi pasión es esto, es todo en mi vida”, expresó Joffre Pazmiño, de la hacienda El Destino, antes del inicio del rodeo montubio del cantón Salitre, fiesta tradicional que resume la esencia del Litoral ecuatoriano.
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Llegó junto con 12 vaqueros y con la madrina de la hacienda, Jennifer Pazmiño Haro, a las 11h00. Los preparativos empezaron a las 07h00. Los caballos fueron arreglados con sus monturas, los jinetes vistieron sus uniformes y las madrinas, su sombrero y coloridos faldones.
Mientras Pazmiño esperaba la inauguración del evento, no ocultaba su emoción por el torneo, en el que su hacienda participa por segundo año consecutivo. “Tengo 47 años y aunque hago mi vida profesional en Guayaquil donde tengo una oficina de Comercio Exterior, mi vida es y pertenece al campo”.
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A pocos metros Pedro Goya, de la hacienda Rancho San Antonio (cantón Palestina), mientras dejaba a punto su caballo, manifestó que habían salido desde las 06h00 para estar presente en el torneo montubio, y no era solamente el deseo de competir el motivo de su asistencia, sino el mantener viva la tradición de los pueblos de la Costa, expresada en el rodeo.
Inicio de fiesta
A las 13h00 comenzó la fiesta, como preámbulo un grupo de mariachis deleitó al público. La plaza de toros San José, que se instaló en el sector de La Bocana, en la vía Salitre-Vernaza, estaba repleta: casi 3 mil personas ocuparon los graderíos y no faltaron los disparos al aire como parte del espectáculo.
Participaron seis haciendas: Santa Marianita, El Destino, El Paraíso, Valle de Bucay, Rancho San Antonio y Gran Chaparral. Todos ellos con los típicos atuendos del montubio: sombrero, camisas de vivos colores, espuelas y en su mayoría descalzos.
El caracoleo, la monta en cepo, el lazo y pial y la monta del toro fueron las suertes que ejecutaron los jinetes y en todas ellas se puso de manifiesto el coraje y la habilidad de los participantes.
Entre los asistentes, uno de los que más disfrutó del rodeo montubio fue Renato Carló, presidente de la Cámara de la Pequeña Industria de Guayaquil. “Esta fiesta es parte de nuestra identidad y nuestra cultura, porque en ella se encierra todo el folclore del Litoral ecuatoriano”, sostuvo.
En esta ocasión no se entregaron los acostumbrados trofeos a los ganadores y participantes. William Almeida, uno de los organizadores, prefirió que este año sean figuras de cerámica con formas de caballos de diferentes tamaños y vistosos aparejos y aseguró que para este año se invirtieron 8 mil dólares.
La Criolla Bonita y la Srta. Rodeo recibieron, a más de la cinta, obsequios donados por los organizadores del evento.
La fiesta
Niña especial
Jusdely Delgado, de la hacienda San Antonio, se robó el aplauso del público al demostrar sus habilidades como jinete, pese a sus 6 años de edad. Ella se ganó el título de Srta. Rodeo.
Calor
El intenso sol canicular obligó a los asistentes a usar sombrillas y abanicos, y quienes resultaron favorecidos fueron los vendedores de colas, agua y cerveza.
Amorfinos
Entre los asistentes hubo quienes aprovecharon para recitar sus amorfinos, especialmente para las madrinas de las haciendas.
Sombreros
En los exteriores de la plaza no faltó la venta de sombreros de ala. Los de paja costaban 6 dólares, los de tela o de fibra, entre 8 y 10 dólares y los de cuero, 20 dólares.
Comidas típicas
También fue notoria la venta del tradicional bollo de pescado de río, el maduro con queso y la fritada, entre otras comidas típicas de la zona.