Gran Bretaña estaba consternada ayer tras el anuncio de la muerte del rehén Kenneth Bigley, decapitado por sus secuestradores en Iraq, mientras el secretario estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld, mencionó el posible envío de tropas adicionales al país para garantizar el buen desarrollo de las elecciones previstas en el 2005.

Después de tres semanas de espera, la noticia de la muerte del ingeniero británico Kenneth Bigley sumió a sus familiares y al país en una profunda conmoción.

Liverpool, su ciudad natal del noroeste de Inglaterra, guardó dos minutos de silencio y las campanas de sus iglesias repiquetearon 62 veces, para marcar sus 62 años. Las muestras de pésame se sucedieron en varias ciudades del país.

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Bigley, secuestrado el pasado 16 septiembre en Bagdad, estaba retenido por el grupo del islamista jordano Abu Mussab al-Zarqaui.

Mientras la violencia continúa en Iraq. Tres civiles iraquíes murieron al ser alcanzados por un disparo de mortero en Bagdad.