El Vaticano criticó este sábado los arrestos "represivos" de sacerdotes y fieles católicos en China y denunció que suponen "una grave violación de la libertad de religión, que es un derecho fundamental del hombre".
 
"Sólo ahora la Santa Sede ha tenido conocimiento de que el pasado agosto se produjeron arrestos de sacerdotes y fieles católicos en la República Popular China", afirmó este sábado el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls.
 
Navarro indicó que en la primera semana de agosto la policía china detuvo al vicario general de la diócesis de Baoding (provincia de Hebei), Paolo Huo Junlong, junto con otros siete sacerdotes y dos seminaristas.
 
Los sacerdotes Paolo An Jianzhao y Giovanni Battista Zhang Zhenquan "fueron condenados a un periodo de reeducación a través de trabajos forzados", mientras que el resto "estarían aún detenidos en Quyang (Baoding), a excepción de tres que no pertenecen a esa diócesis", explicó el portavoz.
 
Según las informaciones de la Santa Sede, hasta el pasado día 6 de septiembre había un total de 23 miembros del clero de la diócesis de Baoding "detenidos o privados de libertad", entre ellos el obispo Giacomo Su Zhimin y su auxiliar Francesco An Shuxin, desaparecidos en septiembre de 1997 y marzo de 1996, respectivamente.
 
Ambos "permanecen detenidos sin juicio en un lugar secreto", afirmó Navarro, que se refirió también al posterior arresto del administrador diocesano de la archidiócesis de Fuzhou junto con dos sacerdotes y un seminarista.
 
"A la Santa Sede no le han llegado las razones de tales medidas represivas. Si las últimas noticias corresponden a la verdad, nos encontraríamos de nuevo frente a una grave violación de la libertad de religión, un derecho fundamental del hombre", dijo el portavoz vaticano.
 
En base a tal derecho, la Santa Sede "confía en que todas las personas mencionadas puedan ser puestas en libertad cuanto antes, como es justo, y volver a su compromiso pastoral al servicio de sus respectivas comunidades católicas", concluyó.
 
El Vaticano ya ha criticado en ocasiones anteriores los arrestos de católicos en China, donde entre ocho y diez millones de personas profesan esta confesión.