“Adiós a la selva”, puede ser el grito de despedida de las especies terrenales.
De viaje a la provincia verde, Esmeraldas, avisté dos enormes tráilers cargados de troncos diametrales desmembrados de árboles gigantes, del bosque esmeraldeño.
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Los tráilers de la infamia, con 18 llantas al piso, se comen el asfalto de la carretera a costa del erario nacional. No encuentro las palabras para expresar mi protesta contra las autoridades que admiten indiferentes, la deforestación agresiva de la naturaleza.
Ecuador es parte del pulmón amazónico planetario y contrae la obligación de proteger la pureza del oxígeno. Si los “peluqueros” del bosque no detienen las tijeras de la muerte, y los pirómanos, el fósforo incendiario, el dióxido de carbono matará a las generaciones del futuro.
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Los deforestadores de la selva están propiciando la “calvicie del planeta”; verdad inclemente que no se puede desmentir con protervos alegatos. ¿Tenemos Ministerio de Ambiente?
M. Hugo Puente Jaramillo
Quito