Atentados contra dos aviones que estallaron en vuelo, una kamikaze que se hizo explotar en pleno Moscú, una gigantesca toma de niños como rehenes que terminó en una matanza han hecho que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien normalmente es omnipresente en la televisión de su país, haya sido muy discreto y no se haya dirigido a la nación.
Esta ola de atentados “es el fracaso total de nuestra política en el Cáucaso”, donde las fuerzas rusas y chechenas pro rusas son acusadas por las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de múltiples y graves acciones contra la población civil, analiza el politólogo Andrei Piontkovski.
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“¿Qué puede decir Putin, ya que es incapaz de resolver el problema checheno?
No tiene nada que decir y las fuerzas del orden son incapaces de luchar contra el terrorismo”, comentó Yuri Korgouniuk, un analista de la fundación Indem.
Durante los últimos cuatro años la palabra que Putin ha usado para definir lo que ocurre en Chechenia es “normalización” y ha asegurado a la opinión pública rusa que la situación en la región está “virtualmente terminada” y que su estrategia de no negociar con los líderes pro independentistas ha funcionado.
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El mandatario ha dicho que el problema en Chechenia es un asunto internacional, al convertirse en uno de los frentes de la “guerra contra el terrorismo”, pero ha rechazado la intervención de las Naciones Unidas o de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
Tras el secuestro que terminó en matanza, Putin llamó a movilizar el país y anunció la toma de medidas para fortalecer la integridad territorial.