Un grupo de jóvenes fanáticos del rock y punk en Guayaquil y Quito comparte sus experiencias con Lo Máximo sobre la creación de los fanzines, pequeños boletines o minirevistas para difundir estos géneros musicales y poner en práctica su creatividad y capacidad de autogestión.
Llegan con jeans y camiseta. Algunos utilizan zapatillas y la mayoría con pulseras tejidas con los nombres de sus bandas de rock favoritas. Otros visten orgullosos las ropas con los estampados de símbolos del punk y del heavy metal.
Es la noche del pasado sábado 31 de julio y la sede formal del Colegio de Ingenieros Químicos se convierte en el espacio donde cientos de jóvenes de entre 12 y 25 años arman el escenario de un concierto de metal.
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Los saltos eufóricos en grupo (lo que se conoce como mosh), mientras toca una banda de rock marcan el ritmo del concierto, pero también demuestran la descarga de emociones y la intensidad de la adrenalina que varias horas después ha contagiado a los fanáticos. Entre la multitud, unos rockeros sobresalen. Además de compartir la euforia y la adrenalina de todos, ellos se encargan de repartir gratuitamente boletines impresos o minirevistas sobre la ideología del género musical metal y las principales bandas a los asistentes.
Estas minirevistas se conocen en el ambiente rockero como fanzine y a pesar de no ser una tendencia nueva en el Ecuador –empezó a mediados de los 80–, persiste como medio para difundir géneros musicales como el punk o el metal. “Lo que no significa que sean utilizados solamente con esta finalidad, sino que suelen emplearse para la difusión de temas relacionados con aspectos políticos, religiosos, estudiantiles”, dice el quiteño Rubén Barros, creador de la revista Hard News.
Entre los fanzines más antiguos se encuentran Voz Rebelde, Propósito General, Flagrum, Ilegales, Darkness, X.P.E.rimentar y Subterráneo. Entre los más recientes, desde el año 2000, se anotan Brutalidad Total, Dead Ninas, La Catedral del Rock y Hard News.
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Los fanzines se autofinancian por los mismos rockeros, quienes hacen las veces de diseñadores, reporteros, fotógrafos y distribuidores. Los hermanos Rubén y Paola López son un ejemplo de la convicción con que se elaboran estas minirevistas. Ellos son los diseñadores de La Catedral del Rock, cuyo primer número fue elaborado en papel periódico, en blanco y negro, contenía dos páginas y circuló en mayo pasado.
La segunda edición que se publicará a finales de agosto tiene una variación en el formato de diseño: ha sido trabajada en forma de minirevista a color, con 20 páginas, tendrá temas como entrevistas a integrantes de bandas musicales, reseñas de conciertos y datos del género musical. A diferencia del primer número esta edición no será gratuita, sino que costará entre 50 y 70 centavos de dólar.
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Rubén López de 21 años y estudiante de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil, dice que desde hace muchos años quería crear un fanzine, por ello decidió unirse con su hermana y trabajar en este proyecto.
“Como participo en el programa radial ‘La Catedral del Rock’, que se transmite por Radio Nacional 600 AM, entonces pensé en el fanzine como otro espacio alternativo. Lo importante es que se conozca el género sin esperar ganancias, es un trabajo autofinanciado”.
María Isabel Cartagena, de 20 años, combina su tiempo como estudiante de Agronomía y creadora de su propio fanzine llamado Dead Ninas. A ella le ayudan Érika Ruiz y María Belén Vélez, dos de sus amigas de la secundaria. Juntas decidieron lanzar la primera edición de Dead Ninas en septiembre del 2002 y desde esa fecha han publicado catorce números.
María Isabel se vinculó con el rock desde los 10 años, pero fue desde la etapa del colegio que le dio forma a su propuesta.
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“El fanzine es hecho de manera casera y sencilla. Trabajamos en mi casa en word, porque ahí tengo todos los equipos, el material tiene una o dos hojas, lado y lado, con datos generales de las bandas, últimos conciertos e información sobre la onda rock. Por eso es un boletín gratuito y lo regalamos en los shows”, cuenta.
Rubén Barros de 27 años es el creador del fanzine Flagrum, que se publicó entre 1996 y 1998, y con el tiempo se convirtió en el magacín Hard News (Noticias Duras), que aborda las tendencias generales del estilo metal.
Para Rubén la diferencia entre un fanzine y un magacín está en el formato de presentación y en el manejo de los temas, ya que el primero es más empírico y personal, donde su autor puede elegir qué temas poner y cuáles excluir. Mientras que en el segundo se presenta un trabajo profesional, que requiere más tiempo para trabajar los temas a fondo, mayor inversión y los datos son generales; ya que se incluye información nacional y extranjera.
“Flagrum lo hice en la época de colegio, fue mi fanzine inicial. Pero con la revista la experiencia ha sido diferente, he viajado a otras partes para tener la información y me encargo del diseño”, dice Barros, comunicador social.
Javier Domínguez y José Franco son los creadores de la revista Brutalidad Total y al mismo tiempo son dueños del local que lleva el mismo nombre y que se encuentra ubicado en el segundo piso del mercado artesanal Machala.
Domínguez piensa que quienes deciden crear su propio fanzine deben escribir de tal manera que los datos atraigan al lector y tengan relación con el show. Además, deben elegir a qué personas le regalan el boletín en los conciertos, porque si no se trata de un seguidor de verdad, de seguro no le interesará leerlo y correrán el riesgo de que lo boten.
“Pero no deben desanimarse, ya que la tendencia varía según las generaciones y lo importante es difundir la música”, dice Javier.