Este tipo de delito nació en Colombia en la década del setenta. Al llegar al Ecuador, hace aproximadamente cinco años, se transformó en el asalto express.
El asalto express es una modalidad del secuestro de ese mismo tipo, que se originó en Colombia durante la década del setenta, que ahora es una de las formas más comunes de delitos en Ecuador, especialmente en Guayaquil y la península de Santa Elena (Costa) y Quito (Sierra), según las denuncias presentadas en las diferentes fiscalías y unidades de Policía.
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Expertos en seguridad definen a esta clase de asalto como un tipo de extorsión que proviene del secuestro express, pero que no corresponde al mismo delito.
En Ecuador, el asalto express es una modalidad que aunque implica la retención de la víctima no llega a ser secuestro, porque los delincuentes no exigen el pago de rescate.
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En estos casos (asaltos express), los antisociales obligan a sus víctimas a sacar dinero de los cajeros automáticos o a entregar su clave de tarjeta de débito, y pertenencias de valor como joyas y teléfono celular.
En los atracos ocurridos en el país, los pillos utilizan el vehículo de la víctima para cometer otros atracos mientras la mantienen retenida, y luego se deshacen de ella. Algunos encuentran sus carros, mientras que otros no.
El secuestro express, en cambio, es una modalidad muy común en Colombia, México y Argentina, donde se ejecuta la retención de una o más personas por corto tiempo (horas o días), en el cual los delincuentes exigen para su liberación usualmente de 5 mil a 50 mil dólares, aunque en muchos casos registrados en Argentina, las liberaciones se realizaron por menos de 5 mil dólares.
Un informe sobre los secuestros express en Buenos Aires, elaborado por el Centro de Estudios Nueva Mayoría (Argentina), reveló que entre el 1 de enero de 2002 y el 18 de marzo de 2003 se produjeron 290 casos con esta modalidad, es decir, uno cada 36 horas.
El estudio evidenció que el 90% de los secuestros express ocurre en la mañana y las víctimas preferidas son mujeres solas en un carro, aunque se estableció que los delincuentes no planean este tipo de delito ni escogen a sus víctimas.
El comandante provincial de la Policía del Guayas, coronel Luis Cadena Albuja, explicó que el asalto express “viene de Colombia”, ya que son delincuentes de ese país los que introdujeron la modalidad en el Ecuador.
“Ellos son expertos y vienen a enseñar eso acá”, dijo el jefe policial al referirse al modo de operar que utilizan los antisociales colombianos y que, como afirmó, transmiten a los delincuentes ecuatorianos.
Según los artículos 1, 3, 5 y 9 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 217ª, el secuestro constituye un atentado contra la libertad, integridad y tranquilidad de las familias que son víctimas de este delito.
Ese documento indica que el secuestro (en cualquiera de sus modalidades) afecta a la víctima y su familia, ya que sus miembros son sometidos al proceso de la “muerte suspendida”, el cual, dicen los psicólogos, es el nombre que se le da a la angustia que sufren las personas sobre quienes se ha cometido este delito y que se suma a lo que los juristas llaman la pérdida de libertad.
Según las denuncias de los perjudicados en Guayaquil por asaltos express, las experiencias sufridas les generaron traumas similares a los de casos de secuestro express.