El grupo insurgente iraquí Portadores de los Banderines Negros anunció ayer que tiene rehenes a dos kenianos, tres indios y un egipcio, y que decapitará uno cada 72 horas si esos países no prometen irse de Iraq.

Ninguno de esos países es parte de la coalición que mantiene soldados en la nación árabe, pero tienen empresas involucradas en labores de reconstrucción.

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Polonia, Bulgaria y Japón, que tienen tropas en Iraq, se negaron a ceder a las amenazas de terroristas islamistas, que enviaron un comunicado exigiendo su salida.

En El Cairo, los ministros de Exteriores de Turquía, Irán, Siria, Arabia Saudita, Jordania, Kuwait y Egipto condenaron los actos terroristas en Iraq, pero no se comprometieron a enviar fuerzas militares, como había solicitado el primer ministro iraquí Iyad Alawi.

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En Bagdad, el Ministerio del Interior desmintió un artículo que publicó el diario Al Sabah, que dijo que se hallaron tres misiles nucleares cerca de la ciudad de Tikrit.

Tres militares de EE.UU. murieron ayer al ser derribado su helicóptero en Ramadi.
Otro soldado murió y seis resultaron heridos por un coche bomba en Faluja.

En Washington, el presidente George W. Bush autorizó la venta de armas a Iraq. El mandatario señaló al secretario de Estado, Colin Powell, que cree que “la provisión de artículos y servicios de defensa a Iraq reforzará la  seguridad de EE.UU. y promoverá la paz mundial”.