Anna María Franzoni, madre del niño de tres años Samuele Lorenzi, quien apareció asesinado el 30 de enero de 2002 en la localidad alpina de Cogne, fue condenada hoy a 30 años de cárcel al ser considerada por el tribunal como autora material de la muerte del pequeño.
 
La condena fue dictada por el juez Eugenio Gramola, del Tribunal del Valle de Aosta, la región norteña italiana donde se encuentra Cogne, la localidad en la que vivían los Lorenzi-Franzoni, y donde fue asesinado el pequeño.
 
Mientras el fiscal pidió 30 años de cárcel para Anna María, la defensa, ejercida por el prestigioso abogado Carlo Taormina, había solicitado la libre absolución.
 
Nada más conocer la sentencia, Taormina afirmó que estaban "desconcertados y sorprendidos, ya que todos los elementos habían sido clarificados" y que la recurrirá.
 
Taormina insistió en que no existen pruebas contra Anna María y anunció que "ha llegado el momento de desvelar el nombre del asesino".
 
La familia de la mujer, sobre todo su esposo, Stefano Lorenzi, que siempre la ha defendido a capa y espada, afirmó que se trata de una sentencia absurda, teniendo en cuenta que el arma del delito nunca fue encontrada.
 
El asesinato de Samuele Lorenzi mantuvo en vilo a la sociedad italiana durante meses y fue uno de los casos que más impactaron a la opinión pública en 2002.
 
Samuele apareció muerto de forma violenta, en la cama de sus padres, con 17 golpes en la cabeza.
 
La madre, que si bien siempre mantuvo su inocencia aunque todas las pruebas de culpabilidad -según la fiscalía- apuntaban a ella, aseguró que encontró al niño sin vida cuando regresó de llevar al otro hijo de siete años a la parada del autobús escolar.
 
El caso se convirtió en campo de batalla mediático, en el que televisiones y periódicos rivalizaron, no sin dosis de morbo, a la hora de relatar su versión del asesinato y los detalles más nimios sobre la muerte de Samuele.
 
Tras abrirse diferentes vías de investigación, mes y medio después del asesinato fue detenida Anna Maria, quien reiteró su inocencia e insistió en que el autor del crimen estaba libre, versión que siempre ha mantenido la defensa.
 
Los ciudadanos de Cogne, municipio de 1.500 habitantes, situado en el parque natural del Gran Paraíso, pasaron de la consternación a la psicosis, del miedo a la indignación y de formar una piña en torno a la familia a señalar con el dedo a la madre de Samuele.
 
Anna Maria Franzoti lo tuvo todo en su contra desde el principio, ya que aparecieron ropas manchadas de sangre -entre ellas un pijama- en la escena del crimen que, según los investigadores, eran de ella.
 
La ausencia de un móvil aparente y la rapidez con que supuestamente se tuvo que cometer el crimen volvieron todas las miradas acusadoras hacia la madre, que siempre apareció muy afectada por lo ocurrido.
 
El arma con la que supuestamente se cometió el delito, al parecer un objeto contundente, nunca fue encontrado.
 
Franzoni residía en la actualidad con su marido y otros dos hijos, el menor nacido tras la muerte de Samuele, en un pueblo de la provincia de Bolonia.