El gobierno peruano pidió ayuda a la comunidad  internacional, a través de la ONU, para enfrentar la intensa ola de frío que  afecta al sureste del país con un saldo de 170.000 damnificados, informó la  cancillería.
 
Las bajas temperaturas --hasta 20 grados centígrados bajo cero-- provocaron  hasta ahora oficialmente la muerte de 46 menores, todos hijos de campesinos que  viven en situación de extrema pobreza a 3.500 metros de altitud en los Andes.
 
El programa mundial de alimentos de la ONU comprometió 200.000 dólares para  aliviar las urgencias en comestibles de las poblaciones damnificadas, en tanto  que la oficina de UNICEF en Lima entregó ropas, frazadas y medicinas, señaló la  cancillería peruana.
 
El delegado de UNICEF en Perú, el colombiano Andrés Franco, criticó a las  autoridades peruanas por su falta de previsión para hacer frente a las heladas  que ocurren todos los años en la misma época con el saldo de muerte de niños.
 
"Todos los años, las heladas por bajas temperaturas cobran la vida de  niños. A pesar de ello el país carece de una propuesta de apoyo dirigida a  estas comunidades que vaya más allá de la respuesta de emergencia", escribió  Franco en el diario El Comercio.
 
UNICEF gestiona desde el viernes una donación internacional de 350.000  dólares para adoptar medidas de prevención.
 
Durante la semana las autoridades enviaron desde Lima 57 toneladas de  abrigo y medicinas para combatir el aumento de enfermedades respiratorias.  También combustible, carpas y forraje para animales, porque la nevada destruyó  los pastos en las zonas altoandinas.
 
La ola de frío obligó al gobierno a declarar este mes en emergencia los  departamentos de Huancavelica, Ayacucho, Apurímac, Arequipa, Puno, Tacna, Cuzco  y Moquegua, lo que equivale a un tercio del país.
 
Las poblaciones afectadas viven en las zonas de mayor pobreza de Perú,  donde no hay energía eléctrica y el agua potable es escasa. Un 54% del país es  pobre.
 
El intenso frío mató también a 105.217 animales, la mayoría son camélidos  sudamericanos como llamas, alpacas y vicuñas, seguidos de ovinos, vacunos y  caprinos.
 
La muerte de los animales representa un duro golpe para las economías de  las comunidades campesinas de los andes peruanos del sur, que viven del  comercio de carne y de lana de estos ganados.