Calificada como "la rebelión de las canas", la huelga de hambre que por segundo día llevan adelante más medio centenar de jubilados en Ecuador derramó hoy llanto y sangre de varios ancianos que exigen el aumento de sus pensiones.
 
La medida de presión forma parte de un conjunto de acciones emprendidas por los gremios de jubilados desde hace seis semanas y que ha incluido la ocupación de varios edificios del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) en algunas ciudades del país.
 
Una treintena de jubilados en Quito, otros 15 en Guayaquil y una decena en Cuenca llevan a cabo un "ayuno voluntario" en las calles aledañas a los edificios del IESS en cada una de esas ciudades.

En lugar de disminuir, el número de huelguistas va en aumento, "porque los ancianos han decidido que se quedarán aquí hasta las últimas consecuencias", relató a EFE un funcionario del IESS.

Siete jubilados de Guayaquil no resistieron la huelga de hambre que esta mañana cumplió 24 horas, por lo que fueron llevados al Hospital Teodoro Maldonado Carbo para ser asistidos, luego de registrar quebrantos en su salud por ser hipertensos.  En Quito, mientras tanto, el pensionista Wilson Molina se desangró como muestra de su rechazo a la negativa del gobierno a subir sus mensualidades sin que se eleven los impuestos.

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“El Presidente quiere sangre y muerte y se la vamos a dar”, decía indignado Molina, mientras introducía una aguja en su brazo derecho para desangrarse ante el asombro de quienes se encontraban en las afueras del edificio Zarzuela en Quito.  El jubilado dijo que el Primer mandatario no se compadece de los pensionistas, por lo que rechazó que se trate de subir los impuestos para pagar el alza de las mensualidades.

Molina es parte del grupo de los 26 jubilados de Quito, quienes pasaron la noche a la intemperie protegidos solo por unas cuantas cobijas que resultaron insuficientes para la fría madrugada de la capital, por lo que según la doctora Adriana Ayabaca "muchos de los protestantes son víctimas de afecciones respiratorias, por lo que al menos seis de ellos no pueden continuar".

Una de las protestantes que se veía más afectada era Teresa Falcón. Un suero atado a la reja del edificio Zarzuela era la única manera de hidratarla, ante la negativa de abandonar la huelga de hambre.  No obstante a las 13h15 Falcón sufrió un desmayo, por lo que fue trasladada al hospital del IESS de la capital para ser asistida.

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“Afuera Ladrón”, gritaron los jubilados para rechazar la presencia del representante de los afiliados en el Consejo Directivo del IESS, Ricardo Ramírez, quien, acompañado por simpatizantes del Movimiento Popular Democrático (MPD), llegó en los bajos del edificio Zarzuela, pero ante el rechazo de los pensionistas no le quedó sino retirarse.

Los jubilados de la capital también recibieron el apoyo de estudiantes y organizaciones sociales que se hicieron presentes en el edificio del IESS, llevando consigo líquidos para apoyar a los protestantes en su medida de hecho.

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En Guayaquil
El sonar de las sirenas de las ambulancias interrumpió toda la mañana el bullicio de los protestantes que se encuentran en los bajos de la Caja del Seguro de Guayaquil.  Los pensionistas que se sumaron a la huelga de hambre son personas de la tercera edad que sufren de hipertensión y problemas cardiacos, por lo que requieren cuidados con la posibilidad de ser trasladados al Hospital del IESS en la ciudad.

Eda Castro y María Maguay registraron quebrantos en su salud por la tensión alta que ambas padecen. La dirigencia de los jubilados de Guayaquil decidió que Castro sea trasladada al hospital del IESS, a pesar de que en un principio la manifestante se negaba.

“¿Cómo es posible que el gobierno no se sensibilice?”, cuestionó el jubilado Juan Flores, quien rechazó que el Ejecutivo no haya encontrado la manera de financiar el alza de pensiones sin subir los impuestos, a pesar de que los pensionistas tomaron la radical medida de dejar de comer.

Un equipo de médicos voluntarios es el que revisa constantemente a los pensionistas del puerto, a quienes en el transcurso de la mañana se les tomó la presión y se les midió el nivel de glicemia.  No obstante, el médico José García indicó que así los jubilados tengan quebrantos en su salud no pueden ser trasladados a las casas asistenciales en contra de su voluntad.  

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“Prefiero morir por una causa justa”, dijo la jubilada Rita Ortiz de  75 años de edad, quien a pesar del malestar que ya siente a causa de la hipertensión que sufre, se ha negado a dejar la protesta, y ha optado por acostarse y tratar de no caminar, porque según dice le dan mareos y le duelen las piernas por el frío de la noche que pasaron al pie de la Caja del Seguro.

Carmen Herrera, dirigenta de la asociación de empleados del IESS, llamó "indolente" al presidente de la república, coronel Lucio Gutiérrez, por no determinar la manera de financiar el alza de las pensiones de los jubilados sin subir los impuestos.

Rita Ortiz, de 75 años; Bolívar Sáenz, de 76; Ángel Quezada de 73: Ramón Gil de 66, Eva Castro 60, Carlos Hernández de 74 y Guillermo Grafo de 55; hacen parte de la lista de los pensionistas que debieron ser trasladados al Hospital del IESS por su delicado estado de salud, informó Teleamazonas.

Posibles soluciones
El presidente Gutiérrez tiene previsto enviar este mismo jueves al Congreso Nacional, el proyecto de ley urgente  en el que  propone elevar el Impuestos a Consumos Especiales (ICE) que grava a los licores y cigarrillos, para financiar las pensiones jubilares.  Pero, hay voces de diputados que se niegan a aceptar tal petitorio y comentan que hay otras alternativas.

El Gobierno prevé recaudar unos 60 millones de dólares, que financiarían el aumento de las jubilaciones de forma permanente. 

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