Hoy la historia la escriben un puñado de seres canosos, de pieles arrugadas, de un espíritu de lucha ejemplar que supera sus voces quebradas pero altivas, con que hoy gritan a todo pulmón la injusticia de sus años viejos.
Ellos son nuestros jubilados que nos exigen a todos que pudiendo mejorar su calidad de vida, no lo hemos hecho, especialmente a grupos que dirigen el IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social) y consideran que un incremento mínimo a las pensiones jubilares tendría un efecto catastrófico en el presupuesto, y que con ligereza despilfarran el dinero de los trabajadores de ayer y hoy.
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Unos sí hacen con nuestra plata compras suntuosas y se ponen sueldos pomposos. Son esos políticos innobles que les niegan leyes a los ancianos y los pretenden utilizar para sus plataformas de campañas, al aparecer convenientemente a recitar discursos farsantes.
Hoy nuestros jubilados nos están dando una lección al protestar de la manera más decente, lejos de cualquier bandera política, solidarizándose entre ellos. Además de defender sus derechos, lo hacen por las generaciones que venimos atrás, allanándonos el camino a base de su sufrimiento; por eso merecen que los llamemos héroes reales.
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Apoyarlos significa más que quedarnos en casa a aplaudir su protesta. Salgamos a las calles a demostrar nuestro homenaje a esos hombres y mujeres valientes, como tú, madre querida; como tú, abuelo abnegado; como tú, mujer y hombre, decentes.
Ruth B. Sánchez Domínguez
Guayaquil
Estamos honrados viendo cómo nuestros queridos “viejos” han tomado la bandera de lucha como en los tiempos de Eloy Alfaro, para salir a las calles a protestar en defensa de sus legítimos e irrenunciables derechos de jubilados del IESS.
En su trinchera, en su propia casa pagada con sus aportaciones, se han parado en una sola voz para decir: ¡que se cumpla la norma constitucional! Nos están demostrando que sus canas no son motivo para que se renuncie a la consecución de mejores días. Y que no les salgan “padrinos” ni “mesías”, porque sus jornadas merecen el aplauso y respaldo de la ciudadanía.
En otros países, a sus jubilados, la seguridad social les lleva el cheque a sus casas; pero en Ecuador se permiten desaciertos pese a que nos jactamos de estar “modernizados”. ¡Adelante mis queridos “viejos”. Sean ese ejemplo paladino para nietos, bisnietos y tataranietos. Ustedes son honra, coraje y gallardía.
Ab. Miguel Sánchez Pazmiño
Guayaquil
Por primera vez se ha unido la clase jubilada del pasís y ha hecho temblar al Gobierno y a las autoridades del Consejo Superior del IESS.
Les hemos dado cátedra a la juventud ecuatoriana y a los políticos, haciendo manifestaciones pacíficas sin destruir ciudades ni la integridad ciudadana. Nos hemos tomado las dependencias del IESS de Guayaquil y Quito.
En la capital, estamos encabezados por un dirigente de la Confederación Nacional de Jubilados del Ecuador, don Nelson Ramos, y un grupo de dirigentes. En el puerto, maneja el timón de la Asociación de Jubilados y Pensionistas Publio Falconí Pazmiño, una dama con pundonor, en compañía de muchos compañeros de buena voluntad y mucho “ñeque”, doña Ruth Domínguez.
Este movimiento de la clase jubilada quedará para siempre registrado en la historia.
Esperamos la pronta solución a este problema.
Sub. Of. Héctor Macías Porro
Guayaquil
Dos investigadores de las universidades norteamericanas de Michigan y California han llegado a la conclusión, después de investigaciones realizadas a 768 diferentes fósiles, incluidos ejemplares del hombre de Cromagnon, que los “grupos en donde la gente mayor sobrevivió mejor, eran más exitosos” y que “hace aproximadamente 30.000 años, la gente comenzó a valorar y cuidar a los débiles, ancianos, y a cambio se beneficiaba de su ayuda y experiencia”. Científicamente queda demostrado que las sociedades donde mejor se valora a sus ancianos es exitosa, pues se beneficia de su sabiduría y experiencia. Sin embargo, en la misma noticia traída por la CNN, se acompaña una encuesta contestada por quienes acceden a su página web, y se indica que el 73% de la población cree que la experiencia de los mayores no es debidamente apreciada. En estos días la sociedad ecuatoriana ha recibido una lección de entereza y dignidad de los jubilados, y los nombres de Ruth Domínguez y otros constituyen referente donde cada día debemos vernos y entender que una vida sin lucha por conquistar los sueños o mejorar nuestro entorno, es una vida vacía. Lo penoso es que cualquier palabra, gesto o dádiva será poco para retribuir tanta enseñanza, tanto ejemplo.
Rafael Compte Guerrero
Guayaquil