No se sabe con certeza cuántos italianos llegaron a la ciudad a inicios del siglo XIX. Sin embargo, según el libro de Jenny Estrada, Los italianos en Guayaquil, fueron cinco los ciudadanos de ese país que contribuyeron voluntariamente con 16.000 pesos al país el 31 de octubre de 1820.

Hoy, cuando la Sociedad de Beneficencia Garibaldi celebra sus 112 años de fundación, son unos 15 mil descendientes de italianos los que residen en la ciudad, señaló la cónsul, Joyce de Ginatta.

“Siempre fue la más grande y expansiva corriente migratoria del país”, dice Luigi Pescarolo, director de la Universidad Tecnológica Equinoccial en Guayaquil e hijo del italiano Luigi Pescarolo Carleti.

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Su padre quien era técnico en caramelos, vino a la ciudad en el año 1924 contratado por Emilio Segale, que había fundado por el año 1890 la fábrica de confites La Universal.

Pescarolo Orellana no se dedicó a esta misma actividad. Más bien se inclinó al periodismo y las leyes.

La comida italiana también se asentó en la cultura guayaquileña. Se evidencia en los restaurantes de comida rápida como La Trattoria de Enrico o Italian Deli.

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Otros italianos llegaron a la ciudad guiados por la aventura y recomendaciones de sus parientes.

Ese fue el caso de Francesco Di Puglia Leone, propietario del antiguo almacén La exposición de Milán, quien llegó a la ciudad porque su hermano -que ya estaba radicado le comentó que en Guayaquil se podía prosperar.

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Ese es uno de los recuerdos que tiene Francisco Di Puglia Caballero, administrador de la fábrica de vidrios Tecniglass y de una importadora de fideos y bolos (de chupar) en la que trabajan unas 40 personas.

Francisco, aunque no vivió sus 29 años de edad en Guayaquil, cree que Blas y Francesco no se equivocaron con la aseveración.

“Aquí en la ciudad se puede producir bastante, solo tienes que aprender a hacer bien tu trabajo y especializarte. Las comodidades como la familia y la comida, están aquí, no hay que ir a buscarlas”, dice.

Entre las historias que le contaba su padre José Di Puglia Pulita, Francesco recuerda la costumbre de su bisabuelo: “Se tomaba una copita de vino  después del almuerzo porque lo consideraba una especie de bajativo”.

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La Sociedad de Beneficencia Italiana Garibaldi celebra su aniversario con una sesión solemne a las 19h00 en su sede, en la Av. de las Américas.