“Ha sido una experiencia alucinante”, dijo ayer tras el aterrizaje un emocionado Mike Melvill, el primer astronauta a bordo de un vehículo no patrocinado con fondos públicos que alcanza los confines de la atmósfera.

SpaceShipOne aterrizó en el pequeño aeropuerto de Mojave, al sur de California, acompañado de White Knight, el avión nodriza que lo levantó a unos 15,2 kilómetros de altura.

Una vez desprendido del White Knight, Melvill encendió un cohete propulsor, que quema una mezcla de caucho y óxido nitroso, que lo elevó durante algo más de un minuto a una velocidad tres veces a la del sonido.

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La nave, de diseño futurista permaneció durante tres minutos en el espacio exterior y posteriormente inició el descenso como un planeador.

Muy alborozado tras la hazaña, Melvill explicó que en esos minutos lanzó al aire una bolsa de caramelos de colores para verlos flotar en la gravedad, y se refirió a la belleza de la Tierra vista desde esa altura.