¿A qué autoridad le toca supervisar que todo se cumpla?
Es imposible salir a las calles de Guayaquil sin tener delirio de persecución, o de andar viendo la hora de si ya es tarde para “volar” a nuestro domicilio, y no ser víctimas de los delincuentes.
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¿Cómo es posible que en Lomas de Urdesa, en la esquina donde hay un PAI (Puesto de Auxilio Inmediato) mi madre haya sido secuestrada en su vehículo, en presencia de guardianes que cuidan los edificios cercanos, y nadie haya dado información de lo sucedido? Nos enteramos luego de que la tuvieron por varias horas dando vueltas y pasando al lado de vigilantes de tránsito, de un PAI y de ser abandonada en una de las calles de nuestra peligrosa ciudad.
Después de dos meses, estando a una cuadra de la Comisión de Tránsito, dos individuos, uno en bicicleta y otro a pie, destrozaron la ventana del carro que conducía mi madre, siendo víctima nuevamente de un atraco, y teniendo a sus alrededores a civiles, a quienes les da terror ayudar porque los delincuentes tienen mejores armas que la Policía.
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¿Hasta cuándo? En las calles Chile, Cañar, Coronel, Azuay hay guaridas de delincuentes.
Yo también fui víctima pero, en este caso, se trata de que no atendieron mis llamadas al famoso número 911 y al de la Comisión de Tránsito, cuando mi hija de 11 años fue víctima en el balneario Ballenita, de un globazo lanzado al estómago, que la hizo caer de cabeza al pavimento desde un vehículo motorizado, ocasionándole una fisura en el occipital y quedando inconsciente con conmoción cerebral.
Cuando solicité ayuda de una ambulancia al 911, les faltó preguntarme hasta la fecha de nacimiento, me dejaron en la línea del teléfono celular y nunca llegó lo solicitado. Civiles me ayudaron a trasladar a mi hija al hospital de la Península para luego traerla de emergencia a Guayaquil.
Lo triste fue ver pasar una patrulla de vigilantes y seguir de largo, porque no se podían hacer responsables del traslado de mi hija, poniendo más en peligro su vida, por los minutos perdidos, y sin sancionar a los desalmados que la agredieron. Mi hija sigue con chequeos médicos por las secuelas que le dejó el accidente.
No podemos salir a las calles o a los balnearios, peor si es un feriado, porque no se respetan los derechos de las personas. Los policías solo saben pasear y hacerse de la vista gorda. No hay derecho que vivamos con tanta delincuencia. ¿Dónde dejo mi dolor de hija y madre por lo sucedido a mi familia? Soy parte de la mayoría que vive con temor a salir.
Sandra Yépez de Gómez
Guayaquil