Transcurría la primavera de 1917, cuando una mañana de un domingo, Lucía de Jesús dos Santos, la mayor, con 10 años; Francisco y Jacinta Marto, con 9 y 7 años, respectivamente, después de asistir a misa en la iglesia de Aljustrel, caserío de la parroquia de Fátima, salieron a juntar su rebaño. Lucía, al escoger el lugar de pastoreo para el día, dijo con aire de mando: “Vamos a las tierras de mi padre, en la Cova de Iría”.