Rosa Marcillo y Clemencia Gavilánez son enfermeras porque dicen que les gusta velar por la salud de las demás personas. La primera labora en el hospital Teodoro Maldonado y la segunda en el Francisco Ycaza. Ellas cuentan algunas experiencias.

“Cuando cumplía con el servicio rural, en 1978, en el hospital Martín Ycaza de la ciudad de Babahoyo, llegó un hombre con su esposa en muy mal estado.

“Estaba angustiado porque ella tenía placenta previa y no contaba con dinero para pagar los gastos para su atención. Lo acompañaban sus hijos, cinco pequeños por quienes, al verlos, sentí mucha pena de que perdieran a su madre. Por eso me puse de acuerdo con uno de los médicos para, cuidar a la paciente y donarle las dos pintas de sangre que necesitaba .

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“Esa es una de las tantas experiencias que he tenido que vivir a en mis 27 años de carrera como enfermera. Etapa en la que siempre he puesto por delante el sentido de humanismo y la paciencia para aceptar lo que venga.

“Por ejemplo, cuando trabajaba en el área de emergencia del hospital Abel Gilbert, en el suburbio oeste de Guayaquil, llegó una mujer sin signos vitales y en esas condiciones no pudimos hacer nada por ella.  Al enterarse de la muerte de su madre, uno de sus hijos se puso muy mal porque no podía aceptar que ella falleciera si, según él, estaba viva cuando llegó.

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“Al verlo en ese estado sentí pena y me acerqué a consolarlo, pero él me agredió mientras me culpaba por su tragedia. Los guardias de seguridad que estaban cerca en ese momento me auxiliaron. Pese a su reacción no sentí enojo contra aquel joven porque entendía que pasaba por un terrible momento: perder a una madre es algo doloroso.

“Para mí el trabajo de una enfermera es sacrificado, requiere de empeño, sensibilidad y fortaleza, porque continuamente una tiene que atender a pacientes que han sido atropellados o que mueren después de que hemos hecho todo lo posible por salvarles la vida.

“A una le afecta y, a veces, hasta le produce llanto la muerte de un paciente, pero tiene que dejarlo pasar y seguir adelante. Me considero una profesional que trata bien a los pacientes, pero sí tengo que decir que hay algunas enfermeras que son groseras y hacen quedar mal a las demás”.
Rosa Marcillo
Enfermera del hospital del IESS
Teodoro Maldonado Carbo.

“Después de tres meses de permanecer en la unidad de quemados del hospital pediátrico Francisco de Ycaza Bustamante, Raúl Rivera, un niño de 12 años, murió a consecuencia de las quemaduras que sufrió durante un incendio en su domicilio, en el que también fallecieron sus padres.

“Su muerte me afectó mucho porque habían sido tres meses en los que junto con mis otros compañeros habíamos trabajado para que el pequeño se salvara, pero las posibilidades siempre fueron escasas porque tenía quemado el 90% de su cuerpo.

“En esta área llevo 16 años y ahora me siento más fuerte para oír continuamente el llanto de dolor de los pequeños, sus lamentos, y no angustiarme como cuando recién ingresé a trabajar. Antes solo había atendido a adultos, pero estar con niños que llegaban con quemaduras y sufrían mucho por los daños en su piel se me hizo muy difícil al comienzo.

“Muchos de los pequeños que aquí ingresan han sufrido quemaduras por líquidos calientes, algunos causados por la falta de cuidado de los padres que les permiten ingresar a la cocina sin la vigilancia de un adulto. Esta situación algunas veces me ha producido enojo con las madres, pero al verlas desesperadas me he calmado.

“Aquí los niños sufren cuando se los baña o se les hace las curaciones, ellos se ponen irritados cuando ven que se acerca ese momento, y es entonces cuando no solo tenemos que hacer nuestro trabajo de enfermeras, sino de madres para darles ánimo.

“En esta área las madres no pueden estar con ellos a no ser que sea la hora de amamantarlos o darles la comida. Los pequeños se quejan y piden que ellas estén cerca y algunos se resisten a este lugar, entonces nuestra tarea se torna más difícil, pero para eso estamos aquí, para atenderlos.

“Me causa preocupación cuando una madre se lleva su niño sin que haya terminado el tratamiento. Me preocupa no saber dónde está y si se lo seguirá curando, pero no podemos, ni tenemos las condiciones para hacer el seguimiento, solo esperar que esté bien”.
Clemencia Gavilánez
Enfermera del  hospital Francisco de Icaza Bustamante.

Actos
Casa abierta
Hoy a las 10h00, en el auditorio del hospital Francisco de Ycaza Bustamante, situado en la avenida Quito y Gómez Rendón, se realizará una sesión solemne para celebrar el Día universal de las enfermeras.
También habrá una casa abierta a la que se ha denominado ‘Las enfermeras en el Nuevo Milenium’, en el que se tratará sobre el papel de la enfermera, sistemas de trabajo, tecnologías aplicadas, actualización de conocimientos. En el acto estará presente el director de Salud, Jaime Romero.

Libro
Setenta enfermeras del hospital Teodoro Maldonado presentaron ayer un libro en el que se han recogido los diferentes métodos de atención que se pueden utilizar con los pacientes. Se emitieron 500 ejemplares que serán repartidos entre las enfermeras que laboran en esa casa de salud. El libro fue auspiciado por la Universidad de Guayaquil y el hospital Teodoro Maldonado Carbo.