Parecen gente normal. Uno era mecánico, otro pescador, un tercero voluntario en su comunidad. Pero aparecen como torturadores de prisioneros iraquíes en la prisión Abu Ghraib, administrada por EE.UU., en unas fotos que muestran toda clase de actos sádicos y lascivos y que han causado revuelo en todo el mundo.

En las fotografías,  un preso desnudo es acosado por perros. En otra gráfica, una soldado tiene a otro detenido, también desnudo, atado al cuello con una correa.

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¿Cómo personas decentes, una vez que reciben un uniforme, se transforman en sádicas lascivas en una prisión de Bagdad? Investigadores dicen que la tensión de combate, las duras condiciones en la cárcel, la brecha cultural con los presos y una posible ruptura de la cadena de comando a todos los niveles podría haber transformado a soldados en torturadores.

Afirman además que el poder de los guardias sobre los prisioneros, en sitios donde el público no tiene acceso, facilita la posibilidad de maltratos y que un liderazgo débil disuelve las inhibiciones de los guardias al creer que nadie está vigilando.   “Nada puede sustituir una administración justa, sana. Eso es lo que deriva en malos tratos”, dijo el experto en ciencias políticas Michael Reisig, de la universidad del estado de Michigan.

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Bert Useem, un investigador de sistemas penitenciarios de la universidad de Nuevo México, señala que lo que se debe explicar no es tanto la aberración sino el hecho de que los guardias tuvieron la oportunidad de concretar esos impulsos porque, según muchos informes, la prisión parecía  un sistema carente de todo control.