Los “rompevelocidades” o “policías acostados” existen en casi todas las carreteras del país.

Recuerdo que cierto gobierno eliminó esos obstáculos de las carreteras, pero con el paso de los años los volvieron a colocar. Otra administración emitió un comunicado por la prensa, en el que dictaba unas reglas para la construcción de esos objetos; normas que creo, no han sido derogadas.

Ordenaba la eliminación de los rompevelocidades existentes y para nuevas instalaciones, los solicitantes debían pedirlo por escrito a la Comisión de Tránsito del Guayas o a la Policía Nacional especificando el sitio y el motivo.

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Asimismo, los organismos anteriores debían presentar un informe al Ministerio de Obras Públicas, el cual, o daba la autorización con medidas de construcción o la rechazaba.

Los obstáculos han seguido instalándose sin autorización y ahora nos encontramos con carreteras en óptimo estado, pero con excelentes trampas que obligan a los conductores de vehículos a realizar bruscas y peligrosas frenadas, especialmente en la noche, ante la falta de señalización.

La mayoría de los rompevelocidades son puestos por los moradores de los poblados que atraviesan las carreteras, como medida para disminuir los accidentes ocasionados por los conductores que manejan a toda velocidad, o como pretexto para que los carros se detengan y los comerciantes hagan ventas de artículos o también son aprovechados por los asaltantes de caminos.

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Todo esto se origina por la falta de control de las autoridades.

Ing. Gianni Berti
Guayaquil