El Servicio Postal israelí recibe y recopila cada año centenares de cartas dirigidas a Dios, El Dios de Israel o El Rey de los Cielos y los Ángeles  enviadas por creyentes de todo el mundo, que son posteriormente introducidas en los intersticios de las piedras del Muro de las Lamentaciones de Jerusalén.

“Bendito Dios, lamento pedirte, sabes que la culpa es mía porque no puedo pagarme los dineros para ir a Tierra Santa”, rezan las primeras líneas manuscritas de una misiva enviada por un español y cuya identidad no desveló el servicio de correos israelí.

Yitzhak Rabihiya, portavoz de la Autoridad Postal de Israel, explica que durante el año se reciben centenares de cartas de todos los rincones del mundo dirigidas a Dios.

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Según una milenaria tradición judía, las peticiones, mensajes y misivas introducidos en esta pared, principal santuario religioso para el judaísmo, los atiende el Santísimo.