A sus seis años, la pequeña Carla Toro sostenía en sus manos 15 hojas con los autógrafos de varios surfistas de Brasil, Tahití, Barbados, México, Australia, entre otros. Aún no entiende por qué estuvo allí, solo se colocó en una extensa columna de gente que pugnaba por obtener un recuerdo, foto o que su camiseta sea garabateada por alguno de estos desafiadores del mar.