No hay dolor más grande que la tristeza de un anciano solo, enfermo y pobre.

Las autoridades del Ecuador deberían construir hospitales en las diversas provincias para nuestra población de ancianos desprotegidos.

Esos centros tendrían como objetivo brindar atención con personal especializado en gerontología, y otros cuidados que los casos requieran.

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Dichos albergues serían considerados unas especies de hogares para que ahí puedan permanecer, dichos seres, el tiempo que ellos quieran.

El anciano necesita una buena cama y enfermeras que cuiden de él. Estoy segura de que se sentirían los seres más felices, pues en muchas ocasiones dentro de sus verdaderos senos familiares sufren, ya que les estorban o no hay quién les dé atención adecuada.

Hay quienes creen, lamentablemente, que un anciano no sirve para nada.

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En nuestro país, al contrario de lo que se da en las naciones desarrolladas, aún falta mucho por hacer respecto al tema. Así, por ejemplo, tenemos una ley del anciano que no se la respeta.

Gladys Vargas M.
Machala