Las 24 cuadras llenas de vegetación que comprendía la quinta de Juan Montalvo sirvieron, en múltiples ocasiones, de refugio político y espiritual al escritor.

El paso de los años y el avance desordenado de la ciudad causaron que su extensión se redujera considerablemente, no obstante, la paz que transmite el lugar se preserva invariable.

Publicidad

Los visitantes pueden acceder a tres piezas que apenas fueron usadas por Montalvo (la sala, el dormitorio y el cuarto de escritura), ya que el escritor prefería dormir entre los frondosos árboles que posee el lugar.

Frases como la célebre “Mi pluma lo mató” se pueden leer en las paredes de la casa, adquirida por el padre de Montalvo, en 1830.

Publicidad

En febrero del 2003 se realizó la más reciente restauración de la quinta que conserva la mayor parte de la mueblería original de la época.

Cuenta la historia que en Francia, cinco meses antes de morir, él pidió volver a su quinta, aquella en la que muchas veces logró alejarse de la turbulencia citadina.