Después de 42 años, sus manos arrugadas aún tienen energía para dar vueltas a la manivela y procesar los ingredientes que dan resultado al tradicional helado de coco de barquillo, en Babahoyo.

Ese hombre, que dice que trabajará hasta cuando Dios le dé fuerzas, es Antonio Campoverde Campoverde, cuencano, quien se radicó hace 42 años en esta ciudad para trabajar en la venta de helados. Don Antonio trabaja en las calles Martín Icaza y Juan X. Marcos, en una pequeña casa de cemento.

Publicidad

El proceso de elaboración de los helados comienza a partir de las 08h00. En un pequeño barril de pino coloca un tubo ancho de acero donde pone una mezcla de 10 libras de coco, vainilla, azúcar y esencia; luego lo tapa y presiona con un fierro llamado puente, que va sujeto a un disco con una palanca, y comienza a darle manivela para que los ingredientes se mezclen bien.

Entre el tubo de acero y el barril coloca hielo picado revuelto con sal en grano, a fin de que los ingredientes se congelen. En una hora el producto está listo. “Es un oficio que aprendí en Quevedo, a principios de los años 60, después me vine a Babahoyo y aquí me he quedado”, señaló Campoverde.

Publicidad

Para este heladero no han existido tiempos difíciles, pues tiene clientela que ha pasado de varias generaciones. Dice que tampoco le teme a la competencia de las grandes cadenas heladeras, pues argumenta que su sabor es único. Aquello lo ratifica el médico Cléber Valencia, quien dice que su familia se acostumbró a degustar el helado de coco.