Hace dos meses, en otra carta que escribí, expuse una denuncia sobre el servicio que brinda a los pasajeros del transporte público, la línea de colectivos número 73.
Concretamente el asunto se trató de un chofer que me había gritado, entre otras cosas, “afrentosa”, por haberle pagado $ 0,27 (pasaje y medio, como indica la ley) porque yo me transportaba con mi hijo de 11 años de edad, a quien casi lo hizo caer del vehículo cuando íbamos a bajarnos, pues el tipo no detuvo la marcha del motor sino que indignado, aceleró la velocidad.
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Un agente muy amable que había leído por este diario la publicación de mi denuncia (la cual previamente yo la había presentado en la Comisión de Tránsito, pero “por arte de magia” se perdió), se interesó en el problema.
Era la quinta vez que yo acudía a la CTG (Comisión de Tránsito del Guayas) y al preguntar por mi denuncia, dicho funcionario mandó a la cooperativa de transportes a la que pertenece esa línea de colectivos, una carpeta con cuatro recortes más del periódico, sobre cartas de otros usuarios que se quejaban de la atención que da esa línea.
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Luego tomó mi denuncia, explicándome que apenas tenía él dos días en el cargo; comunicó el hecho por radio a su personal, y llamó a la cooperativa de transporte aludida, pero su presidente no se acercó al teléfono.
El funcionario me dijo que buscaría la solución inmediata al problema.
A los 20 días de haber ido a la CTG, el dueño de ese colectivo me buscó y explicó que él no tenía la culpa de lo ocurrido; le habían paralizado el vehículo por un mes, y suspendido las actividades de su chofer por dos meses.
Me pidió que escuchara a su chofer quien quería ofrecerme disculpas, y que le retire la denuncia porque era pobre y no tenía dinero para comer.
No soy rencorosa, ni pretendía humillar a nadie; hablé con el conductor le dije que debe respetar a las personas y que esperaba que haya aprendido de su error.
Le firmé un oficio en el que yo aceptaba sus disculpas y él aseguraba que no volvería a maltratar a los usuarios.
Desde entonces, cada vez que me subo a esa línea de colectivos, no he tenido problemas.
Creo que la ciudadanía no debe callar, sino denunciar esta clase de atropellos.
Ing. Teresa E. Delgado López
Guayaquil