Con demasiada frecuencia, se cae en el error de creer que el alcohol es un estimulante. En realidad -explica el Dr. Isidro Morante, especialista en tratamientos de prevención del alcoholismo- actúa como depresor del sistema nervioso; es decir que incluso en pequeñas cantidades produce pérdida o disminución de la conciencia, el juicio y el razonamiento. La eliminación de éstas funciones inhibitorias puede producir una sensación de bienestar (y de allí la confusión de considerarlo un estimulante). “Es la falsa alegría del que ha perdido conciencia del mundo que lo rodea”, añade el experto.