Un oficial retirado del Ejército israelí, Geldaya Tauber Gady, detenido en Brasil acusado de pertencer a una red ilegal de tráfico de órganos que también actuaba en Sudáfrica, aseguró que contaba con financiamiento del gobierno de Israel, informó el jueves la prensa brasileña.
El oficial israelí se defendió ante la justicia federal brasileña afirmando que Israel financia los transplantes a través del sistema de salud en otros países.
Los transplantes de órganos no están prohibidos en Israel pero a raíz de las reticencias de medios religiosos ultraortodoxos en particular, no hay donantes.
El israelí explicó que un funcionario del gobierno de su país, a quien identificó como Ilan, le indicó como intermediario en Brasil al capitán retirado de la Policía Militar Ivan Bonifacio da Silva, que también está detenido.
"El gobierno de Israel tiene conocimiento de la remesa de órganos para los pacientes del país, y paga todas esas transacciones por medio de cuatro planes de salud. Jamás imaginé que el gobierno de Israel estaba patrocinando una cosa ilegal", dijo el oficial, según el diario Globo.
"Lo que hice fue ayudar a gente pobre. El que vendía el riñón era miserable, estaba muriéndose de hambre, vivía en lugares horribles que hasta daban asco. No faltan personas que quieren vender, la cola es inmensa, hay más de 100", dijo.
El capitán Ivan Bonifacio da Silva, que declaró el miércoles ante una Comisión Parlamentaria de Investigación del Parlamento local del estado de Pernambuco (nordeste), indicó que la red actuaba en al menos ocho países.
Los trasplantes eran realizados en un hospital de Durbán, en Sudáfrica, a pacientes iraníes, israelíes y estadounidenses, y los donantes eran brasileños, rusos y rumanos, agregó.
Entre diciembre y enero, la Policía brasileña cerró el cerco a esta red de tráfico de órganos instalada en Brasil y Sudáfrica, por la que están detenidos 12 acusados, de los cuales dos son ciudadanos israelíes y diez brasileños.
La policía localizó hasta la fecha a 22 donantes, que vendieron uno de sus riñones por hasta 10.000 dólares, y que fueron enviados a Durban para el transplante.
La legislación brasileña prohíbe la comercialización de órganos, inclusive con el consentimiento del donante. Sólo autoriza la donación (gratuita) de órganos después de la muerte, con el consentimiento de la familia.