La crisis de Parmalat ha elevado a 30.000 millones de euros las pérdidas sufridas por unos 800.000 accionistas italianos en las quiebras e insolvencias registradas últimamente, según los cálculos de la asociación de consumidores Adusbef.
 
El presidente de Adusbef, Elio Lanutti, ofreció este martes un elenco en el que además de la quiebra del grupo lácteo, que ha afectado a 120.000 inversores, figuran el cerca de medio millón de poseedores de bonos argentinos y los de acciones de sociedades como Cirio y el banco Bipop, protagonistas de otros escándalos financieros.
 
Los datos elaborados por Adusbef fueron presentados en el Parlamento en apoyo de una propuesta de ley de los Verdes en la que se exige que los bancos reembolsen a los clientes afectados al considerar que no fueron informados correctamente de los riesgos de determinados productos.
 
En apoyo de esta iniciativa, el líder de los Verdes Alfonso Pecoraro Scanio, recordó la responsabilidad de las sociedades bancarias por no haber vigilado "el estado de salud" de las empresas cuyos títulos ponían a la venta, cobrando elevadas comisiones.
 
Las asociaciones de consumidores piensan además plantear demandas judiciales contra los auditores y organismos públicos responsables de la revisión de las cuentas de las empresas en quiebra.
 
Los bancos por su parte se defienden de estas acusaciones y desmienten que conocían el agujero financiero de Parmalat, como ha indicado desde la cárcel su ex presidente, Calisto Tanzi.
 
Tanzi ha acusado directamente al presidente de Capitalia, uno de los principales grupos bancarios italianos, Cesare Geronzi, de haberle chantajeado y obligado a comprar sociedades a un precio inflado, con la amenaza de relevar al mercado el verdadero estado de las finanzas del grupo alimentario.
 
El empresario ha indicado a otros bancos, entre ellos Intesa, Banca Popolare di Lodi y el Deutsche Bank, de estar al corriente de las dificultades financieras de la sociedad.
 
"Es inútil negarlo, la investigación se centra ahora sobre banqueros y políticos", señalaron hoy fuentes judiciales al explicar el objetivo del nuevo interrogatorio del ex director financiero de Parmalat, Fausto Tonna.
 
Se trata de la cuarta ocasión en la que Tonna comparece ante los fiscales, que le han interrogado durante más de treinta horas desde que fue ingresado el pasado mes en la cárcel de Parma.
 
Las declaraciones de Tonna, considerado el "cerebro" de Parmalat, han permitido ya poner al descubierto un complejo entramado de "ingeniería financiera" cuajado de maniobras ilícitas durante los últimos quince años.
 
Un informe sobre el verdadero estado financiero del grupo lácteo estará preparada a finales de mes, al igual que un plan industrial para reflotar la sociedad, según ha anunciado Enrico Bondi, el comisario extraordinario nombrado por el Gobierno el pasado diciembre.
 
Bondi ha señalado que todavía es pronto para poder evaluar con exactitud la magnitud del agujero financiero del grupo, que se estima en torno a los 10.000 millones de euros.
 
Como consejeros ha llamado a la auditora PricewaterhouseCoopers y a los bancos de negocios Mediobanca y Lazard Freres & Co
 
El equipo que dirige ha averiguado ya que los 4.200 millones de euros de liquidez que la multinacional aseguraba contar en sus balances han desaparecido o incluso nunca llegaron a existir.
 
El daño que el caso Parmalat ha producido a la imagen exterior de Italia es muy elevado, como ha admitido el presidente de Fiat, Umberto Agnelli, quien ha medido a los italianos que "tengan confianza" en su clase empresarial.
 
"Es necesario -dijo- salir de esta crisis contando con la confianza de los propios italianos, ya que sin ella será imposible recuperar la confianza internacional".
 
El presidente de Telecom Italia, Marco Tronchetti Provera, ha alabado la rapidez con la que han intervenido el Gobierno y la magistratura y asegurado que el sistema bancario italiano "no es peor que el de otros países" y representa un pilar fundamental para la economía italiana.
 
Por su parte la Conferencia episcopal italiana (CEI) ha recordado la necesidad de mantener "principios éticos" en el mundo de las finanzas internacionales para evitar que se repitan nuevos casos como el de Parmalat, según figura en un documento elaborado por el departamento de la CEI para las cuestiones sociales.