No son sinónimos bajo ninguna circunstancia. Son tres tipos de relaciones de pareja que establecen diferentes niveles de afecto, intimidad y compromiso.
Aunque las relaciones de pareja, en su infinita y explosiva disparidad, nunca se podrán ajustar a un patrón, existen algunos principios que los jóvenes, tanto varones como mujeres, saben que se deben tener en cuenta para evitar que alguno salga con el corazón lastimado.
Hicimos un recorrido por varias universidades y centros comerciales de la ciudad y conversamos con 50 chicos de hasta 25 años (de diferentes condiciones socioeconómicas), para que nos cuenten sobre la manera de llevar en estos días las relaciones de pareja. Todos coinciden en señalar que hay de tres tipos: el vacile, el amarre y las relaciones en serio. Los dos primeros no tienen la misma carga emotiva ni el mismo nivel de compromiso que tiene la tercera. Esta es una diferencia básica que los chicos piensan que se debe tener en cuenta antes de adentrarse en la aventura del flirteo, de esas relaciones amorosas que no suponen compromiso.
Andrés, estudiante de la facultad de Economía de la Universidad Católica de Guayaquil —quien al igual que los otros consultados prefirió mantener en reserva su apellido— indica que en un vacile, no se necesita una antesala de galantería, tampoco detalles románticos. Ni siquiera una amistad previa o que alguien los presente. “Es simplemente una muestra de afecto físico entre dos personas que se gustan”, dice Gustavo, de 22 años, quien trabaja en un laboratorio de fotografía.
Gisella, Alicia e Ingrid son compañeras en el cuarto curso de la carrera de Ingeniería Comercial, en la Universidad de Guayaquil. Ellas consideran injusto que algunas personas, especialmente los adultos, censuren el vacile, pues indican que la experiencia les ha demostrado que se puede mantener una amistad verdadera con chicos, con quienes ha vacilado antes.
Publicidad
Varios estudiantes de la facultad de Medicina de la misma universidad dicen ser expertos en lo que a este tema se refiere, por eso han recopilado cuatro normas para que esta relación funcione. Julio, de 19 años y miembro de este grupo universitario, sostiene que “todo aquel que se precie de estar en onda debe conocer estas reglas”. La primera norma o mandamiento, como ellos lo denominan, es: “Si al día siguiente de haber vacilado no te dirigen la palabra ni siquiera para decir ¡hola!, no debes resentirte, no es nada personal”.
Lo segundo que se debe tener presente -según explican- es que si antes de vacilar eran amigos, hay que seguir conservando la amistad. “Guardémosla en un cajón con doble llave y disfrutemos el momento”, recalcan. El tercer “mandamiento” de estos chicos sirve para salir de apuros: Cuando deban presentar a un vacile no hay porqué complicarse, es mejor decir que se trata de un amigo o amiga. La última norma es considerada de precaución: “Con tal de conseguir un buen vacile, todas las mentiras son blancas”, sostienen.
Al segundo nivel
“Cuando dos personas se amarran, significa que tienen un feeling que los impulsa a estar juntos, explica Alexandra, alumna de la facultad de Comunicación Social en la Universidad Católica de Guayaquil. Adrián, un compañero suyo, agrega que el sentimiento que surge en los amarres, define un mediano nivel de compromiso, en el que los detalles no son fundamentales, pero ayudan a consolidar la relación. “Un amarre puede con el tiempo convertirse en una relación seria”, indica. En este nivel, la pareja recibe el título de “pelado” o “pelada” y no falta el pronombre posesivo, por ejemplo: mi pelado, tu pelada... En algunos casos un vacile puede enganchar a los dos involucrados y culminar en un amarre.
Publicidad
Suenan las campanas
En las relaciones serias, de no ocurrir algún suceso desagradable (las temidas infidelidades o mejor conocidas como “cachos”), se puede llegar al matrimonio, afirma Raquel, estudiante de Economía de la Universidad Católica. “Las relaciones formales son para los que han tenido varios vaciles y amarres“, dice David, de 21 años. Clara, de la misma edad, opina que la experiencia no importa, sino la disposición para ser feliz y hacer feliz a la pareja. En una relación seria los detalles con la pareja son valiosos, especialmente los tradicionales como regalar flores, el disco de su artista favorito, escribir románticos poemas, o simplemente un “te quiero” sobre cualquier superficie. Esto enriquece la relación y si ambos se valoran, podría llegar el momento en el que suenen las campanas de boda.