Unos 80 campesinos ecuatorianos de la región amazónica fronteriza con Colombia presentaron hoy ante el Parlamento en Quito denuncias sobre los daños ambientales y a la salud que han dejado en la población de la zona las fumigaciones contra los cultivos ilegales.
Adolfo Maldonado, médico de la organización Acción Ecológica, que apoya a los campesinos, dijo a los diputados ecuatorianos que las aspersiones con los químicos que usa Colombia para eliminar los cultivos de coca y amapola llegan a la zona ecuatoriana por efecto del viento y causan daños ambientales en la zona.
Maldonado explicó que los campesinos exigen que las fumigaciones en Colombia se hagan a una distancia de diez kilómetros desde la línea limítrofe entre las dos naciones, para evitar que los químicos difuminados por aire lleguen hasta la zona ecuatoriana.
Un estudio de Acción Ecológica afirma que el uso de químicos como el glifosato y el "Roundup" han generado afecciones en la salud de los habitantes fronterizos, así como daños "irreparables" en cultivos legales y a los animales.
Según Maldonado, en 2002 Colombia fumigó unas 150.000 hectáreas, especialmente en el departamento del Putumayo, que es fronterizo con la provincia ecuatoriana de Sucumbíos, superficie que habría demandado el uso de 3,51 millones de litros de glifosato.
El estudio de la organización ambientalista calcula que en 2003 el uso de ese químico ascendió a 4,68 millones de litros en una área de 200.000 hectáreas.
Maldonado presentó estudios que indican que las fumigaciones han generado problemas cancerígenos, genéticos, dérmicos y pulmonares, entre otros, en la mayoría de la población de Sucumbíos, que habita en sectores cercanos a la frontera.
Por su parte, el dirigente campesino Humberto Piaguaje, miembro de la comunidad indígena Secoya, sostuvo que los problemas de salud han afectado sobre todo a niños, pero también a los cultivos de subsistencia de los habitantes fronterizos.
Piaguaje sostuvo que la zona amazónica del noreste de Ecuador está amenazada por ese tipo de fumigaciones y pidió que se exijan indemnizaciones para remediar en algo los efectos nocivos de las aspersiones.
En el Congreso ecuatoriano también se presentó Etel Calpucha, una campesina que denunció que una de sus hijas murió por efectos de las fumigaciones.
También estuvo Richard González, un niño campesino de la zona que pidió a los legisladores que atiendan la demanda de su comunidad por los daños ambientales que presentó en varios dibujos de su autoría, en los que mostraba los cambios que ha sufrido la selva amazónica desde que empezaron las aspersiones.