El zaguero se inició en Calvi. Es pretendido por un club quiteño.

Imposible olvidar su efigie, ese cuerpo espigado y un tanto flaco. José Luis Perlaza siempre fue más alto que todos, desde la escuela. Pero sobre todo, desde que se dio a conocer, con ese peinado tan singular.

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¿Pero dónde se había metido el chico sensación de Olmedo que a los 19 fue campeón nacional? Parecía que se había perdido otro valor más. Pero no, era titular indiscutible en el Ciclón, que estuvo en la Serie B en el último torneo.

El nuevo año lo recibe con dos regalos: vuelve con nuevos bríos a la selección Sub 23, con ganas de hacer un buen papel en el Preolímpico; y retornará a jugar la serie de privilegio, con Olmedo.

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Es esmeraldeño, y confiesa que nunca pensó vivir en Riobamba. Pero dio la casualidad que, cuando tenía 15 años, su antiguo club, Calvi, fue a jugar contra Olmedo.

Luego del partido, el presidente del Ciclón, Eduardo Granizo, se interesó por él.

Compró su pase en 4 mil dólares y desde ahí se ha hecho un riobambeño más.

La gente empezó a identificarlo. Si la contundencia para las labores de defensa (saltar más alto que cualquier delantero contrincante) lo hizo famoso, su peculiar peinado también colaboró.

Lo lleva con orgullo desde hace seis años. Tiene una admiración confesa por el defensa Segundo Matamba, tanto que utiliza el mismo corte de cabello; tanto que –según él– lo ha mejorado... en las partes ralas, recorta más la pelambre, y donde se acrecienta, los bucles son más largos que los de su ídolo.

A pesar de su juventud, una vez campeón (en el 2000), jugó dos veces la Copa Libertadores, con un equipo considerado chico. En esa época, cuando el éxito era la constante en Olmedo, se hablaba de su paso a un equipo de mayor tradición, incluso de Europa.

Por eso, luego de haber vivido la amarga experiencia del descenso, y de que dejaran de anunciarse esas posibles transferencias a otros clubes, prefiere no comentar nada acerca de su futuro.

Los entrenadores lo califican como un defensa con anticipo, fuerte, rápido y sólido. “El defensa debe estar plenamente concentrado”, dice.

Se visualiza como un integrante de Olmedo para la próxima temporada, aunque incluso directivos de “un equipo de Pichincha” (como él mismo aclara y deja en suspenso a la vez) lo quieran contratar.

Si se le pregunta si es Liga de Quito, mira directamente a los ojos. “No, no. Soy de Olmedo, donde he vivido lo mejor de mi vida”, dice el zaguero central volviendo a mirar a los ojos. Pero sonríe, y deja en suspenso otra vez.