En la misa de medianoche, el papa Juan Pablo II se opuso con firmeza a la guerra encabezada por Estados Unidos contra Iraq y criticó la decisión de declararla sin autorización de las Naciones Unidas.
El Papa, visiblemente cansado pero con determinación, ofició la homilía de medianoche y su bendición del jueves con voz clara.
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Además leyó una plegaria para todos aquellos que reconocen a Abraham como padre, es decir a cristianos, musulmanes y judíos para que renuncien a “todo sentimiento y acción de odio, de venganza y de violencia”.
Al mediodía, el Papa comenzó a elevar sus plegarias desde las escalinatas que dominan la Plaza de San Pedro que estaba colmada de creyentes y turistas que ondearon banderas y pañuelos, cuando el Papa emergió por una de las puertas del Vaticano en su silla papal, que estaba sobre una plataforma rodante. Algunas personas tenían lágrimas en los ojos mientras gritaban “se ve, se siente, el Papa está presente”.