Las autoridades norteamericanas tratan de tranquilizar a la población y paliar el impacto sobre la industria ganadera que cada año gana 27 billones de dólares.

A la espera de que se confirmen los resultados sobre el primer caso de enfermedad de las vacas locas en EE.UU., los responsables del Departamento de Agricultura (USDA) tratan de trazar la historia del animal sospechoso, procedente de una granja del estado de Washington, en la costa oeste del país.

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Las autoridades sanitarias estadounidenses aguardan para finales de la próxima semana los resultados de los análisis de las muestras de tejido de la vaca, que fueron enviados a laboratorios británicos.

El Departamento de Agricultura, con su responsable, Ann Veneman, a la cabeza, trata de tranquilizar a los consumidores en EE.UU. y a los importadores extranjeros acerca de la excelencia de la carne de vacuno estadounidense y su nulo riesgo para la salud.

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En sus ruedas de prensa diarias, Veneman y su equipo insisten en que las sospechas afectan a un único ejemplar y “el riesgo para la salud humana es extremadamente reducido”.

Bloqueo de importación
Hasta ahora 17 países, incluidos China y Canadá, han anunciado prohibiciones totales o parciales a la entrada de productos de vacuno de EE.UU. en sus territorios.

Esta medida podría resultar desastrosa para la industria ganadera de EE.UU., que este año vivía una época dorada de ventas y precios, debido, entre otros motivos, a la popularidad de regímenes adelgazantes basados en el consumo de proteínas.

Según la Federación de Exportaciones Cárnicas, de EE.UU., es el principal exportador de carne del mundo y este año vendió al extranjero cerca de 3.500 millones de dólares en productos de la res.

El presidente de la Federación, Phillip Seng, expresó su alarma ante la situación e indicó que “sería un duro golpe si perdemos aunque sea la mitad de nuestras exportaciones. Sería un acontecimiento muy debilitador para el país”.

El consumo interno también podría quedar seriamente perjudicado si se confirma que la res sospechosa padece, efectivamente, la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), conocida como el “mal de las vacas locas”.

La población estadounidense consume una media de 30 kilos al año de carne de res.

De momento, varias cadenas de supermercados han cancelado la venta de carne molida procedente del distribuidor del que se sospecha que puede haber recibido carne de la res enferma y han lanzado llamamientos a sus clientes para que devuelvan la adquirida con fecha de caducidad de ayer.

Identidad de la vaca
El Departamento de Agricultura trata de establecer la historia de la vaca, de raza Holstein y de cuatro años, sacrificada el pasado día 9 en un matadero de Moses Lake, en el estado de Washington, y adonde fueron a parar sus restos.

El USDA ha emitido también una orden para recuperar 4,7 toneladas de carne sacrificada en ese matadero y la granja a la que pertenecía el animal ha quedado en cuarentena.