El resultado de los nueve meses de negociaciones secretas fue la renuncia a las armas prohibidas. Libia, en un nuevo gesto de pragmatismo destinado a reconciliarse con los Estados Unidos, confirmó ayer su renuncia a los programas de armas de destrucción masiva, al término de nueve meses de negociaciones secretas con Washington y Londres.

El presidente estadounidense, George W. Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, anunciaron el viernes que Trípoli pondrá fin a todo intento de poseer este tipo de armas y firmará su adhesión al Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que constituye una iniciativa espectacular del líder libio, Muamar al Gadafi. 
 
Esta decisión es tanto más sorprendente en cuanto que Trípoli mantenía hasta ahora su rechazo a renunciar a las armas nucleares mientras Israel mantuviera su poderío aplastante sobre el mundo árabe en ese terreno. 

Libia acepta las condiciones impuestas por los EE.UU. para obtener la anulación de las sanciones que mantenía Washington contra Trípoli, después de que se hubiera resuelto el caso del avión de Pan Am que atacaron en el poblado escocés de Lockerbie, donde murieron 207 personas, lo que constituyó un primer paso para su reconciliación con Occidente.

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Compromiso
El comunicado oficial dado a conocer en Trípoli por la agencia de prensa Jana, señala que Libia reafirma su compromiso de respetar todas las convenciones, incluido el protocolo adicional del Tratado de No Proliferación Nuclear, y se declara dispuesta a recibir las misiones internacionales de inspección.
 
El régimen libio abandonará su programa de armas nucleares e informará a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), la cual podrá enviar a Libia sus inspectores para verificar el desmantelamiento de las instalaciones destinadas al enriquecimiento del uranio. Libia reconoció la responsabilidad de los dos encausados en ese atentado y aceptó también pagar una indemnización de 2.700 millones de dólares a las familias de las víctimas.
 
En esa misma línea de pragmatismo, Al Gadafi se comprometió posteriormente a dejar de sostener al terrorismo, apelando a Washington a secundar la decisión de Londres de restablecer las relaciones diplomáticas con su régimen, lo que ahora ha quedado despejado.
 
En la decisión de renunciar a las armas de destrucción masiva pesó también el convencimiento que tiene el dirigente libio de que los países árabes, con sus dirigentes permanentemente divididos, viven un momento histórico de repliegue y debilidad.

El arsenal

En cuanto a las armas químicas, el país norteafricano reconoce poseer cantidades no especificadas de gas mostaza y haber tratado de adquirir equipos para la producción de armas biológicas, comprometiéndose a aceptar las restricciones impuestas por los tratados internacionales. Libia admitió haber mantenido contactos con Corea del Norte para desarrollar misiles balísticos del tipo Scud de largo alcance, y se comprometió a destruir todos los que posee con un radio superior a los 299 km, así como sus cabezas explosivas.

Elogios a Gadafi
Libia dijo abiertamente ayer que tras décadas siendo considerado un estado paria deseaba reintegrarse a la comunidad internacional, y EE.UU. y Gran Bretaña prometieron recompensar su decisión de abandonar programas de armas prohibidas. El presidente estadounidense George W. Bush dijo que esperaba que otros líderes siguieran el ejemplo de Gadafi. 

Por su parte, los críticos europeos de la invasión a Iraq dijeron que el anuncio libio mostraba que la diplomacia pacífica podía lograr el desarme aludiendo a lo que no ocurrió en el caso de Iraq. El ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Jack Straw, elogió a Gadafi, quien fue calificado de perro loco por el presidente estadounidense Ronald Reagan, en la década del 80. Además, Straw aseguró que si Saddam “hubiera venido a nosotros hace un año o más (...) la situación en Iraq habría sido muy diferente”.