El país más poblado del mundo, que mantiene a raya su presión demográfica mediante la política del "hijo único", se enfrenta ahora a una revolución sexual que ha disparado los embarazos entre menores y, como consecuencia, los abortos.
Si en 1998 un 13% de las mujeres que abortaban eran menores de edad, ese porcentaje asciende hoy a un 33,6%.
El hospital de Xuanwu, en Pekín, acaba de inaugurar un centro de planificación familiar con el fin de ayudar a abortar a las menores de edad de manera gratuita y anónima y de facilitar información sobre sexo seguro.
Este es el quinto centro de planificación que el Gobierno pone en marcha en China, después de que abriera el primero en febrero de este año en el Hospital de Control Natal de Chongqing (centro), que en sus primeros cinco meses de funcionamiento practicó 200 abortos.
"Damos información sobre abortos, contracepción y enfermedades de transmisión sexual; hasta el momento hemos recibido diez consultas en diez días", señaló a EFE Chen Yali, la responsable del centro de Pekín.
Una cifra que contrasta con el liberal ambiente pequinés y con la del Hospital Pediátrico y de Obstetricia de Chengdu, capital de Sichuan (sur), cuarto centro chino de planificación familiar que recibió los primeros meses de funcionamiento unas 1.400 consultas.
La apertura de estos centros para menores ha puesto en evidencia la magnitud del problema, que no ha dejado otra alternativa al Gobierno que afrontar el tabú e iniciar una campaña informativa sobre sexo y planificación familiar.
Según el censo de 2002, 16 millones de niños nacieron el año pasado en China, alcanzando así la cifra de 1.280 millones de habitantes -el 17% de la población mundial- de los cuales 200 millones tienen entre 15 y 25 años.
El índice de natalidad en el dragón asiático es del 1,6% y el gobierno mantiene su previsión de 1.600 millones de habitantes para 2050. Traspasar esa frontera incrementaría el difícil equilibrio entre desarrollo y estabilidad social.
La política del "hijo único", que se puso en marcha hace veinte años, ha convertido el aborto en algo habitual en China y ha evitado el nacimiento de 300 millones de niños: en 2002 se practicaron 1.300.000 abortos. Además, alrededor de 15.400.000 personas fueron esterilizadas o se sometieron a operaciones anticonceptivas.
El carácter agrícola de la sociedad china, donde se valora más a un hijo varón, ha hecho que se dispararan los abortos selectivos de niñas, prohibidos terminantemente desde el año pasado, y hay 70 millones de chinos varones más que de mujeres en edad casadera.
Las menores embarazadas acuden a abortar a los mismos locales ilegales en los que se practican los abortos selectivos, carentes de garantías higiénicas y con gran riesgo para su salud de las mujeres.
Las madres solteras no son aceptadas en los hospitales públicos chinos y son expulsadas de las escuelas e institutos.
Las causas hay que buscarlas en la revolución sexual que China vive en la actualidad y que las autoridades atribuyen a la influencia occidental.
Según Liu Dalin, sociólogo en la Universidad de Pekín, "los jóvenes chinos están obsesionados con copiar el comportamiento sexual de los occidentales", por lo que los dirigentes chinos temen la "contaminación" de sus jóvenes, aunque han adoptado con entusiasmo la economía capitalista.
Una encuesta publicada recientemente señalaba que el 86 por ciento de las parejas urbanas mantienen relaciones sexuales antes del matrimonio, cuando en los años 80 ese porcentaje era tan sólo del 15%.
Si en 2001, un 80% de menores de 25 años aseguraban desconocer en qué consistía el acto sexual, en la actualidad un 17% de los jóvenes entre 24 y 33 años han tenido más de 10 parejas sexuales.
Según esos datos, las mujeres chinas lideran este cambio en una sociedad que siempre ha idolatrado la virginidad, puesto que la mayoría considera "aceptable" mantener relaciones de una noche -"yi ye xing"- sólo para "disfrutar del sexo".
La ignorancia sobre los métodos de planificación familiar no sólo ha disparado el número de embarazos no deseados, sino también enfermedades como el Sida, del que según Naciones Unidas hay en China alrededor de un millón de portadores que podría ser diez veces más en 2010.
A pesar de esta situación, el gobierno mantuvo hasta este verano la prohibición sobre la publicidad de métodos anticonceptivos, por considerarlo un asunto obsceno, y a finales de noviembre pudo verse por primera vez en televisión un anuncio sobre preservativos.
Desde septiembre de 2002, las autoridades chinas han puesto en marcha una campaña sobre educación sexual en las escuelas de secundaria que difunde información sobre métodos anticonceptivos y prevención de enfermedades venéreas.