María Helena Manrique, experta en orientación y consultoría familiar, considera que la “solidaridad es el valor que permite salirte de ti mismo para entregarte a los demás, ser hermano y empático con las necesidades de otros”.
Y para cultivar este valor “lo más efectivo es tratar de vivir las experiencias de solidaridad, que creo que es el más fácil de los valores”.
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Manrique agrega que una de las virtudes de la solidaridad es la felicidad, por eso cuando las personas viven experiencias de solidaridad, sienten que han sido más felices que antes de haber hecho su labor.
No obstante, reconoce que la sobreprotección de los hijos puede impedir que el principio de la solidaridad sea practicado entre niños y jóvenes.
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“Sobreprotegemos a los hijos por temor a que alguien le haga daño, los aislamos del contacto con el mundo real y sus necesidades y eso hay que corregir”, advierte.