Los carritos descienden por la calle Río de Janeiro a velocidades que llegan a los 80 km por hora.
Los vecinos del barrio América, apostados en la calle Río de Janeiro, gritaban alborozados al ver bajar a los pilotos experimentados a grandes velocidades.
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Nelson Teca alcanzó a ver a lo lejos el coche en que iba su hijo, Jonathan, ganador de la categoría de 11 años, en el Campeonato Mundial de Coches de Madera.
Fue tanta la emoción de Teca que sintió que las horas que pasó construyendo el coche de su hijo valieron la pena.
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Tablones de madera, clavos, caucho y metal sirvieron para elaborar, durante dos meses, el vehículo que haría de Jonathan un ganador y para revivir los juegos de los niños quiteños de principios de siglo.
Jorge Aguilar cuenta que hace sesenta años se deslizaba con sus amigos de barrio por las bajadas del sector de San Roque, a bordo de una tabla. Esa fue la versión rudimentaria de los ahora populares coches de madera.
Para sentir la velocidad, los niños de esa época también se servían de los coches con los que sus padres, el panadero y el carnicero, llevaban sus productos por las empinadas calles de la ciudad.
De ahí, al tradicional juego de hacer carreras a bordo de coches de madera hubo solo un paso, indicó Aguilar.
“Era una fiesta. Nos reuníamos por las noches, cuando la calle estaba desierta y bajábamos hasta que el carro se detuviera”, cuenta Jorge Aguilar, quien tiene 73 años.
La ciudad se hizo más transitada y la práctica se perdió. Surgieron otros juguetes como la patineta, los patines y luego llegó la televisión, por lo que los coches fueron quedando en el olvido, dijo.
En 1973, cuando Aguilar trabajaba en radio Colón decidió revivir la tradición y organizó el primer Campeonato Mundial de Coches de Madera.
A partir de allí, muchos niños se hicieron pilotos y sus padres se convirtieron en expertos fabricantes de coches.
Es un deporte que une a las familias y que en las fiestas de Quito reúne a los vecinos de los barrios donde se realiza, como una gran celebración.
El reto para los padres es que las ruedas de los coches giren sin ayuda de rulimanes. El resto es inventiva, desde el manubrio, que puede ser una soga o un volante de metal, hasta sistemas avanzados de frenos.
Para la competencia del viernes, en el barrio América, George Valencia, padre de Daniel (13), utilizó las ruedas de una cortadora de césped. Además puso los tapones de un pozo petrolero como llantas.
Valencia construyó así el bólido con el que su hijo busca rememorar las victorias de los hombres de la familia Valencia en las carreras.
Para vencer el miedo y el vértigo de la bajada, en la que se puede alcanzar hasta 80 kilómetros por hora, Daniel extiende las piernas y se sostiene con fuerza del asiento.
Solo en la carrera de la Río de Janeiro, tres niños se accidentaron al perder el control de los coches, por eso cada participante debe usar casco.
BÓLIDOS
FIESTAS
La competencia solo se efectúa como parte de los festejos de Quito, a finales de noviembre y primeros días de diciembre.
CIUDADES
Algunas poblaciones de la Sierra organizan sus propias carreras de coches de madera. Entre ellas, Pimampiro e Ibarra, en Imbabura.
CARRERAS
El torneo de este año comprende cinco carreras. Las cuatro preliminares ya se efectuaron.
FINAL
La final del certamen se realizará el 6 de diciembre, día en el que Quito cumple 466 años de fundada. La prueba será en el barrio de El Tejar.
ORGANIZADORES
Radio Bolívar organiza esta competencia, en la que dará premios en efectivo a los ganadores. En ediciones anteriores, entregó becas escolares. La Cruz Roja y la Policía colaboran con el evento.