Con maderos en las manos decenas de jóvenes al grito de let’s go, (vamos) iniciaron la persecución a los toros; una costumbre que precede al sacrificio del animal, durante las fiestas de Girón.

Luego de varios minutos, con el animal cansado por el esfuerzo, el fiesta alcalde (José Zhiñín), pide que las bandas toquen; en ese momento, entre gritos y aplausos, los toros son amarrados. El prioste realiza la señal de la cruz, para autorizar a los guías su sacrificio.

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Rigoberto Sánchez, presidente del barrio San Vicente, tomó la sangre del animal, acto seguido una pequeña cantidad de licor y finalmente la chicha (bebida preparada de harina de jora), para pasar la sangre.

El padre José Miguel Uzhca, vicario del cantón, explicó que en la fiesta del Señor de Girón, “el sacrificio de los toros no se queda en la matanza del toro, sino en el compartir con la comunidad, en acción de gracias”.