Mickey Mouse cumplió ayer 75 años. Y aunque para muchos el famoso ratón luce igual de joven, esos tres cuartos de siglo han marcado su transformación desde un personaje flacucho y alegre de la era del jazz en blanco y negro, hasta un símbolo empresario y un icono de la cultura estadounidense en todo el mundo.
El 18 de noviembre de 1928, Mickey apareció en la película Steamboat Willie, que ya lo mostraba como símbolo de la animosidad y determinación estadounidense.
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En el filme, exhibido en el cine Colony de Nueva York, aparecía un irreverente roedor que tomaba el barco de vapor del capitán Pete para un paseo y trababa de seducir a la ratona Minnie usando los cuerpos de varios animales de granja como instrumentos musicales.
Los años moldearon la personalidad de Mickey, tal vez como resultado de su designación como imagen de un imperio del espectáculo, que generó miles de millones de dólares. En su evolución, Mickey se ha convertido también en un símbolo del optimismo, ingenio y energía de los estadounidenses, lo mismo que en un icono del mercantilismo cultural y del imperialismo empresario.
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Para Henry Giroux, un catedrático de Penn State, Mickey representa el gran alcance del poder cultural estadounidense, al simbolizar una compañía que ha considerado a la infancia como una mera función de consumo, cuyos miembros se sienten obligados a comprar un reloj con la imagen del conocido ratón.
Mickey Mouse ofrece un símbolo de inocencia, pero oculta el papel que desempeña al mercantilizar los sueños de los niños y extender la lógica del mercado hacia todos los aspectos de sus vidas, dijo Giroux, autor de The mouse that roared: Disney and the end of innocence, una crítica cultural contra la empresa.
El personaje fue concebido en 1928, durante un viaje en ferrocarril, según la historia oficial de la compañía. Su creación fue más probablemente el producto de la colaboración entre Disney y su principal animador, Ub Iwerks. Finalmente, la empresa se llevó el mérito, aunque el primer dibujo del ratón lo hizo Iwerks.
Para algunos, Mickey Mouse habla un lenguaje internacional de comercio e imperialismo cultural.
Ese sentimiento estuvo presente por ejemplo durante una protesta en Buenos Aires, donde los manifestantes pintaron un mensaje sobre un muro, comparando al presidente George W. Bush con Mickey Mouse.
Según Janet Wasko, autora del libro Understanding Disney: the manufacture of fantasy, Mickey representa un entrelazamiento fascinante de cultura, política y economía.