En una frágil choza de bambú en pleno campo de Camboya, un hombre muy, muy mayor - posiblemente la persona más anciana del mundo - fuma un enorme cigarrillo liado por él mismo, que asegura es el secreto de su longevidad.
 
Sin embargo, desgraciadamente para Sek Yi, cuyos familiares afirman que tiene 122 años, jamás podrá reclamar ningún récord del mundo en el diminuto país del sureste asiático, pues todos sus documentos fueron destruidos por el régimen del Khmer Rouge del ultramaoísta Pol Pot en la década de 1970.
 
"Le deseamos lo mejor, pero, tristemente, necesitamos tener una estricta verificación de todos nuestros récords", dijo una portavoz de la institución Guinness en Londres.
 
Tras sobrevivir a los horrores de los "Campos de la Muerte", en los que aproximadamente 1,7 millones de personas fueron ejecutadas o murieron torturadas, enfermas o por inanición, Sek Yi y su igualmente veterana esposa Long Ouk, de 108 años, solo podrán reflexionar acerca de las causas de su extrema longevidad: una mezcla de tabaco y oración.
 
"Cuando era joven solía masticar betel, pero la gente se burlaba de mí porque decían que era como una mujer, así que empecé a fumar", declaró Sek Yi a Reuters en un suspiro casi inaudible.
 
"Para vivir mucho tiempo los jóvenes tendrían que acudir a menudo a la pagoda y llevar una vida pura", explicó su mujer. "Cada vez que rezo, pido a Buda que cuide de mis hijos y les de larga vida".
 
La pareja solo tiene un último deseo: visitar el mayor tesoro nacional de Camboya, los templos de Angkor Wat, de 800 años de antiguedad.
 
Según el libro Guinness de los Récords Mundiales, la persona viva de mayor edad es una mujer japonesa, Kamato Hongo, de 116 años. Guinness sostiene que la mayor edad alcanzada por un ser humano fueron los 122 años y 164 días de la francesa Jeanne Calment, que falleció en 1997.