Conocido por elegir películas excéntricas que se apartan del común denominador en la ventanilla de recaudaciones, demuestra la clase de persona que es John Malkovich en la realidad. Alejado completamente del estrés y las luces de Hollywood, prefiere la tranquilidad del sur de Francia.
“Vivo en el campo, lejos, muy lejos de París y las grandes ciudades”, nos comentó recién llegado a Beverly Hills, en una entrevista donde habla sobre un particular estilo de vida internacional, complementando una casa francesa o portuguesas inversiones, con una nueva película británica (John English)o dirigiendo cine con hispanos (Pasos de Baile), detrás del humilde reconocimiento de no sentirse importante en el mundo del espectáculo, aunque el resto afirme lo contrario.
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Pregunta: Además de vivir en Francia, ¿tiene casa también en Portugal?
Respuesta: Tengo negocios en Portugal y allá viajo unas dos o tres veces al año. Soy dueño de un night club y también un restaurante portugués.
P: ¿Cómo es que viviendo tan lejos se decidió por invertir en algo que nada tiene que ver con el cine o el teatro?
R: Me tentó la idea cuando la escuché en un viaje que hice a Lisboa. Y no es tan lejos para mí, que vivo en Francia.
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P: ¿Y por qué vive en Francia, tan alejado de Hollywood?
R: No hay una razón específica. Me gusta un lugar que no tiene ninguna conexión con Hollywood. Así vivo. Pero no soy el único. Hay muchos actores que hacen cine y no viven en Hollywood. Tampoco me gusta vivir en una gran ciudad, no me apasionan. Viví 35 años en Los Ángeles, así que me llevó tiempo decidirme por la mudanza. El mundo es grande y quiero conocerlo.
Habla con demasiada calma, como si el mundo corriera en cámara lenta, sin importarle el tiempo que toma con cada respuesta. Vestido con traje beige y corbata al tono, conserva la elegancia con aroma francés, agregándole el sabor de Hollywood.
“Yo nací después de la Segunda Guerra Mundial en un país sensitivamente rico y nunca sufrí la pobreza”, comenta orgulloso. “Claro que hubo años en que no tuve heladera o un horno, pero no se puede comparar con África”.
Con casi 50 años (nació el 9 de diciembre de 1953), John Malkovich se crió en la ciudad de Benton, del estado de Illinois, viajando en el Cadillac rosado del mismo abuelo materno que manejaba el diario local Benton Evening News, donde hoy escribe su hermano Danny y la madre, Joe Anne.
“Mis padres no tenían grandes vicios y siempre confiaron en mí. Papá era una persona brillante, extremadamente apuesto y divertido. Tenía 53 años cuando falleció de un paro cardiaco y fue duro para mí, porque lo quería muchísimo”.
Fue en la escuela donde John conoció el lado artístico tocando la tuba en la banda del colegio, mientras soportaba las burlas por obesidad infantil. “Me pegaron algunas veces”, recuerda John, “y también me involucré en algunas peleas, pero casi ni me acuerdo de esas experiencias”.
A los 16 años ocurrió el gran cambio, cuando perdió nada menos que 35 kilos, comiendo exclusivamente gelatina Jell-O durante dos meses. Dos años después, dejó la ciudad de Benton para alcanzar el sueño actoral, ingresando en la clase dramática de la Universidad de Charleston, también en Illinois. Con el tiempo, consiguió trabajo en el teatro Steppenwolf de Chicago y dejando los estudios de lado, terminó protagonizando y dirigiendo unas 50 obras de teatro, a lo largo de seis años, en los tiempos en que también debutó en el cine.
P: ¿Es verdad que el debut cinematográfico fue como extra en una película de Hollywood?
R: Sí. No me acuerdo demasiado de mi debut en cine, porque fue hace varios miles de botellas de vino tinto atrás y tampoco es una época genial para recordar... Fue en una película de Robert Altman que se llamó The Wedding. Estaba filmando cerca del teatro Steppenwolf donde yo trabajaba, afuera de Chicago. Y cuando buscaron extras, contrataron a gente de nuestro teatro, incluyéndome a mí.
Lo único que me acuerdo es que hacía mucho calor y teníamos que usar unos trajes esmoquin demasiado calurosos, porque la mayoría hacíamos de meseros. Así que yo me la pasaba escondiéndome en una habitación con aire acondicionado que había en la mansión donde filmamos la película. Ni siquiera sé si aparezco en la película.
P: ¿Imaginó en aquel momento que alguna vez iba a sentarse en la misma silla del director Robert Altman?
R: No, porque yo no pienso así. No es la forma en que funciona mi cerebro. Toda mi vida es completamente opuesta a las grandes ambiciones.
P: ¿Siente que la fama es una obligación en su caso?
R: Puede que sí. A veces siento que me gusta mi trabajo, pero también he sentido que acepté alguna película por razones para nada correctas. Pero soy actor, porque me gusta contar historias. No lo hago para cumplir metas o para mostrarle nada a nadie. Lo hago porque me gusta y me interesa. No pienso en lo que puedo conseguir por hacer una película determinada. No es mi manera de pensar.
Girando la aguja hacia el reloj del corazón, fue también en la época del teatro Steppenwolf que John Malkovich se enamoró de la actriz Glenne Headly, para casarse después de un corto noviazgo. Pero el matrimonio quedó en la nada, cuando filmando la película Relaciones Peligrosas (Dangerous Liaisons) tuvo un apasionado romance con Michelle Pfeiffer. Tal cual como le había pasado en esa misma película, sufrió la ficción en carne propia cuando después del divorcio, Malkovich se quedó sin esposa... y sin Pfeiffer.
En 1990, volvió a enamorarse, filmando otra película The Sheltering Sky con Debra Winger. Pero esta vez, no corrió a los brazos de una actriz. Prefirió la dulzura de la asistente del director Bernardo Bertolucci, una estudiante italiana llamada Nicoletta Peyran que lo rechazaba al principio.
Pero las garras seductoras del actor lograron su objetivo y al día de hoy, comparten un matrimonió que cruzó la barrera de los diez años, con dos hijos Amadine (13) y Loewy (9).
Y aunque no firma tantos autógrafos ni lo persiguen los paparazzi, John Malkovich se diferencia de los demás vecinos normales que por la mañana saludan a sus familias, para ir a la oficina. Porque cuando él se despide, lo hace por seis semanas como mínimo, para filmar película tras película.
Entre las más nuevas se destacan dos películas completamente diferentes, como la actuación en la comedia Johnny English con el británico Rowan Atkinson y la dePasos de Baile basada en la verdadera persecución del guerrillero peruano Abimael Guzmán, aunque de vez en cuando también se da el lujo de trabajar cerca de casa.
P: ¿Estuvo dirigiendo teatro, hace poco, en Europa, concretamente en Francia?
R: Sí. En el teatro Marigny de Champs Elysee. Fue la primera obra de teatro que dirigí en Francia. Y funcionó muy bien, con actores excelentes. Es una comedia muy divertida sobre Dalí. Y fue un placer, todo un privilegio.
P: ¿El próximo trabajo?
R: Estoy por empezar a filmar una película en Inglaterra, sobre un hombre que anduvo dos años haciéndose pasar por Stanley Kubrick. La dirige Brian Cook, que de verdad era asistente de Kubrick cuando él vivía.
P: ¿Y cómo fue que se decidió a dirigir cine, con la película Pasos de Baile sin siquiera aparecer en pantalla?
R: Yo siempre había dirigido, solo que nunca lo había hecho en cine. Había tenido otros proyectos, pero se cayeron en el camino. Tampoco voy a dedicarme por completo a la dirección de cine. A lo mejor hago una o dos más... Yo no aparecí en la película, porque no me gusta. Lo hice antes en teatro y no le veo el sentido. ¿Para qué me voy a ver en una pantalla, si puedo ver a Javier Bardem? De todas formas, nadie iba a pagar un centavo más, solo porque yo estoy en la película. Es absurdo.
P: ¿De verdad piensa que la gente no pagaría una entrada por ver una película donde está John Malkovich?
R: ¿Te refieres a los presos de la cárcel? (se ríe). No me quejo, solo sé que esto es un negocio. No se llama Arte del Espectáculo, se llama Negocio del Espectáculo, show business. Entonces, sabemos que hay ciertos actores que establecieron un valor traducido en dólares, euros o yens, en las recaudaciones. Y no soy uno de ellos. Nunca me interesó.
P: ¿Pero no lo contradice el ejemplo de la película que se basó en usted y le puso nombre propio al título de Being John Malkovich?
R: Igual, tampoco tiene relación con las recaudaciones. El guión de esa película estuvo ambulando durante 7 años, antes de hacerla. Y es la misma película que viste. Te lo planteo de otra forma: si hubieran hecho ‘Being Harrison Ford’, la película se hubiera filmado siete años antes. Seguro. Y está bien que sea así. No podría ser de otra forma.
P: ¿Habla español? Porque todo el elenco de la película Pasos de Baile era de habla hispana...
R: Hablo poco español, pero lo entiendo bien. Además del idioma inglés, hablo muy bien el francés. Pero cuando filmamos Pasos de Baile hablaba siempre en inglés, con excepción del camarógrafo hispano, porque él entendía francés. Pero si alguien me habla español, yo también entiendo sin problemas.
P: Entonces, si alguien hubiese hecho algún comentario malo en español, ¿también lo hubiese entendido?
R: No solo lo hubiese entendido, lo escuché en ese momento (riéndose).
P: ¿Volverá a trabajar con hispanos?
R: Eso espero. Quiero adaptar para el cine una novela argentina de Ernesto Sábato que se llama Sobre Héroes y Tumbas. Y quiero viajar a Buenos Aires por ese tema.
P: Y de todas sus películas, ¿tiene alguna preferida?
R: De todas, la que más me gusta es Dangerous Liaisons. También me gustaron In the Line of Fire y Being John Malkovich.
P: ¿Alguna que no le gustó?
R: Tengo una lista larga, pero prefiero dejarla para una próxima vez.... Hice películas que me gustaron mucho y terminaron siendo desagradables. Y filmé películas que odiaba, aunque terminaron siendo buenas. Así como hice cierto tipo de cine que no me gustaba y también terminó siendo terrible. Los actores no controlamos los resultados, solo hacemos el trabajo, lo mejor que podemos. Y cuando una película resulta ser buena, el crédito generalmente se lo lleva otro. Yo no.