Esta historia le pasó a una amiga de 19 años, llamada María Elena, que asistió junto a otros jóvenes al cumpleaños de una amiguita. Era una de esas reuniones improvisadas y como no tenían velas pusieron palos de fósforos sobre la torta.
Rápidamente apagaron las luces y comenzaron a cantarle. Cuando la homenajeada iba a apagar las velas, María Elena se apresuró a empujarla sobre la torta. El resultado: los fósforos que estaban aún encendidos se le pegaron en el rostro y ocasionaron quemaduras leves. María Elena no sabía dónde meterse.
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Rosita Arias