El Papa Juan Pablo II, extremadamente cansado, non pudo terminar su discurso de llegada el iniciar este jueves una visita de cuatro días a Eslovaquia.
El Pontífice, de 83 años, leyó sólo los primeros párrafos de su discurso en el aeropuerto de Bratislava antes de que sus ayudantes pidieran a un sacerdote eslovaco que continuara leyendo. Tras varios minutos de descanso, el Papa volvió a leer.
Juan Pablo II ha recurrido en otras ocasiones a sacerdotes para que leyeran parte de sus discursos en lenguas difíciles, pero esta vez el cambio pareció deberse a la fatiga.
El pontífice, que tiene la enfermedad de Parkinson y artritis, ha aparecido particularmente frágil este verano boreal, con falta de aliento y dificultad al hablar, pero no faltó a ninguna de sus apariciones públicas semanales a pesar de la ola de calor que azotó a Europa.
En la audiencia general del miércoles en la Plaza de San Pedro, el Papa, con voz algo temblorosa, dijo que tenía "grandes esperanzas" para el viaje a Eslovaquia y pidió a los fieles que lo acompañaran con sus plegarias.
El viaje, su cuarta y última visita al extranjero este año, se produce un mes antes del 25 aniversario de su llegada al papado y semanas antes de una importante reunión de líderes de la Unión Europea en Roma.
La Unión Europea, a la que Eslovaquia se unirá en mayo próximo, debate un proyecto de constitución común. Los políticos que la redactaron decidieron evitar la mención a la palabra Cristiandad, refiriéndose en cambio a la "herencia cultural, religiosa y humanista" de Europa.
El Papa desea una referencia explícita a la Cristiandad pero a esto se oponen países seculares como Francia. Algunos estados temen que sea un desaire a otras religiones, como el Judaísmo y el Islamismo, y a los ateos.
Teniendo en cuenta el estado de salud del Papa, el programa de la visita, la tercera a Eslovaquia, no está muy cargado. Aún así, tendrá que salir dos veces de la capital en avión para visitar ciudades en el este y oeste del país, donde cerca del 75 por ciento de la población es católica.
El momento más importante del viaje será una misa el domingo en Bratislava, donde el Papa beatificará a una monja y a un obispo que fueron perseguidos por los comunistas en la década de los 50.